Una noche de viernes de octubre de 1958, Boyne Lester Johnston uso la llave de la oficina del Banco Imperial de Canadá en el que trabajaba como cajero. Aquella tarde había escondido una bolsa con 260.000 dólares canadienses -que hoy equivaldría a 1,4 millones de euros-. El sábado fue a cenar con su madre y su mujer, el domingo había desaparecido, iniciando, a sus 27 años, una búsqueda internacional que duraría dos semanas.
Como si fuera el personaje interpretado por Steve McQueen en La huida, un cartel ofrecía una recompensa por él: 10.000 dólares. La descripción que se hacía, bajo su retrato con un smoking blanco, no tenía desperdicio: "27 años, 1,60 metros, 60 kilos. Complexión normal. Viste bien, habitual de clubs nocturnos, disfruta de la compañía femenina". Con el tiempo pasaría a ser conocido como "el niño del champagne".
Dos semanas después, un policía de Denver, en Colorado, vio el cartel y le encajó con un personaje que había visto bebiendo en un club nocturno de la ciudad. Esa noche fue detenido. ¿Por qué lo hizo? "Me preguntaba cómo sería tener todo ese dinero", dijo a la policía. "Ahora lo sé".
Se recuperaron 200.000 dólares robados y la familia de Johnson pagó lo que faltaba. Fue condenado a cuatro años de cárcel, pero en 1960 salió en libertad condicional. Logró un trabajo en la industria financiera -aunque suponemos que lo mantendrían alejado de la caja fuerte- y no volvió a robar ningún banco.
Vuelta al escenario del crimen
Con 87 años, quiso volver al lugar de los hechos. Sucede que ya no es un banco, es un restaurante con una amplia carta de vinos y cócteles. ¿Cómo podía un amante del champagne rechazar una visita así?
Y más teniendo en cuenta que lo que era la caja fuerte que él saqueó ahora es la bodega. Así, no dudó en tomarse una copa de champagne en aquel lugar. Mait Ainsaar, amigo de nuestro protagonista, explicó que era algo que tenía en su lista de "cosas que hacer", una pequeña mirada a esas dos semanas tan emocionantes y fugaces de su vida.
También explicó que no esperaba la atención recibida, aunque comprende la intriga que causa un robo que sería imposible en el mundo digital de hoy.