Mamá pato con su colección de retoños detrás de ella en el costado de una autopista y con la determinación de llegar a algún lado. Es la viva imagen de una tragedia a punto de ocurrir. Uno puede pensar que a esa familia está a punto de convertirse en steak tartar aderezado de un poco de asfalto y goma. Pero no.
La secuencia tuvo lugar en Nueva Zelanda, en una autopista en las cercanías de Auckland. Por alguna razón, la madre veía de vital importancia alcanzar el otro lado de la vía, por lo que se embarcó junto a su prole en esta aventura con un cáliz suicida.
Sin embargo, los astros se alinearon y no se encontraron con urbanitas ávidos de salir de la ciudad por el fin de semana, y tuvieron a bien pararse para dar prioridad a estas criaturas. Uno a uno, todos los carriles de la autopista se van parando. Igual los humanos no lo hacemos todo tan mal.
Según se explicó desde la cuenta de tráfico neozelandés, la policía acabó interviniendo para llevar a los patos hacia un lugar seguro.
Adorable, pero así empiezan los atascos
Ahora, hay que decir que este vídeo tan adorable pudo no hacer tanta gracia a quienes iban un poco más atrás. Y es que precisamente por cosas así es como empiezan los atascos: con un coche frenando más de la cuenta, obligando al de atrás a frenar también, iniciando un efecto acordeón que puede prolongarse kilómetros y que eventualmente obligará a un vehículo a pararse. Es el llamado atasco invisible, y se puede entender perfectamente viendo este experimento que llevaron a cabo científicos japoneses en 2008.
De todos modos tampoco es lo más raro que te puedas encontrar en una carretera en Oceanía. Unos conductores tuvieron que parar al toparse con dos koalas dándose guantazos en Australia.
Como para meterse a separarlos...