Si preguntamos a la gente cuál es la mejor sensación que hay muchos contestarán que el sexo. Otros puede que prefieran comer e incluso dormir. Sin embargo, hay una sensación que es maravillosa y que está posiblemente muy infravalorada.
A todos nos ha pasado. Nos hemos subido en el metro o en el autobús para un recorrido largo y en ese momento la ha tenido a bien mandar al cerebro una señal avisando de que su capacidad máxima está a punto de ser alcanzada. Tiene que ser en ese momento, no diez minutos antes cuando tenías un retrete a mano. Y así te ves obligado a esperar a llegar a tu destino para cambiarle el agua al pajarito.
Cada minuto que pasa parece como una hora. Cada bache que pilla el vehículo, una tortura infinita. Cada marquesina que muestra un anuncio de colonia con una cascada tropical, un horrible recuerdo de que tienes un órgano a punto de explotar. Cuando finalmente llegas a tu destino, corres hasta el baño con el sudor ya recorriendo la frente, te enfrentas al señor roca y, por fin, te liberas.
Eso. Eso es felicidad.
Proyecto pipi: fotografiando la felicidad
Y eso mismo es lo que cree Julian Alejandro. Un fotógrafo que ha querido demostrar esta tesis con una serie de fotografías. "Creo firmemente que hay una cara que muestra placer y felicidad genuina como ninguna otra", explica en su web, donde puedes ver el trabajo completo. "No es aquella que hacemos durante un orgasmo, cuando nos hacen cosquillas o cuando gritamos un gol. Es aquella que aparece después de horas de estar con ganas de hacer pipí sin un baño cerca y finalmente conseguir dónde ir. Esa cara refleja la absoluta felicidad del ser humano".
Así que reunió una serie de amigos e hizo lo más adecuado: inflarlos a cerveza hasta que no podían resistir más las ganas de ir al baño. Y entonces, inmortalizó sus caras:
Y sí, eso es felicidad.