En abril de 1922, Pauline Picard, una niña de dos años, estaba jugando el la granja de su familia en Goas al Ludu, en la Bretaña francesa. Aquella fue la última vez que fue vista. O no, porque los hechos que sucedieron a continuación son uno de los mayores misterios de la criminología francesa.
Al darse cuenta de la desaparición, los padres, la policía y los vecinos se volcaron en la búsqueda sin lograr dar con la más mínima pista de qué había sido de la pequeña. Esta se había esfumado sin dejar rastro. Pasaron las semanas y las esperanzas de encontrarla con vida se desvanecían... hasta que el caso dio un giro radical, y no sería ni el último ni el más extraño.
La primera aparición de Pauline Picard
Una niña que encajaba con la descripción de Pauline apareció en Cherburgo, una localidad de la costa del Canal de la Mancha a 400 kilómetros por carretera del lugar en el que había desaparecido la chiquilla. Un oficial de policía la encontró, haciendo llegar una fotografía a la familia Picard.
La madre, al ver la imagen, rompió a llorar al reconocer a la pequeña. Se subieron al tren y fueron a recogerla. De camino a casa se dieron cuenta de que la niña no parecía reconocer a la sus padres, pero lo atribuyeron al shock vivido esas semanas de desaparición. Sus hermanos también la reconocieron. Ella no, como tampoco parecía reconocer la granja, ni siquiera parecía entender el dialecto bretón.
La situación parecía mejorar en la semanas siguientes... cuando el caso dio un nuevo giro.
El cuerpo, la ropa y la calavera
Todo comenzó cuando un vecino, Yves Martin, se acercó a ellos un día para preguntar si era verdad que Pauline había reaparecido. Cuando contestaron que sí, el tuvo una extraña reacción. "Que Dios me ayude, soy culpable", dijo. Llamaron a la policía y Martin acabó en un manicomio.
Pero el segundo giro llegó el 27 de mayo, cuando un ciclista encontró un pequeño cuerpo en avanzado estado de descomposición al que le faltaba la cabeza, las manos y los pies. A su lado, perfectamente dobladas, había unas prendas que coincidían con las que llevaba Pauline el día que desapareció. Unos pocos metros más allá, encontraron una calavera que los expertos consideraron demasiado grande para pertenecer al cuerpo.
Para añadir un mayor misterio, el cuerpo apareció en un lugar donde los investigadores habían realizado varias batidas, y por el que muchos vecinos habían pasado en los días anteriores sin ver nada raro.
Misterios sin resolver
Antes de la aparición del cuerpo, los padres tenían cada vez más dudas sobre la identidad de la pequeña, y en junio la niña volvió a Cherburgo, a un orfanato, y no se sabe qué fue de ella.
Todo lo demás es un misterio. ¿Era o no era Pauline? ¿por qué todos parecían reconocerla? ¿eran las ganas de reencontrarla lo que les hacía ver a Pauline donde no estaba? Si no era Pauline... ¿quién era aquella niña tan parecida y por qué sus padres no la buscaron? ¿y de quién era la calavera? ¿cómo puede ser que el cadáver apareciera en un lugar donde unos días antes no había nada? ¿había Yves Martin matado a dos niños? Preguntas que nunca tendrán respuesta.