Ir un poco despistado por la vida puede tener catastróficas consecuencias, y el smartphone es un instrumento que nos hace ir especialmente despistados. Lo miramos para ver qué hora es, lo miramos para ver qué tonterías dicen en Twitter y lo miramos para ver qué nos cuentan por Whatsapp, lo miramos para ver que no, no tenemos ningún Whatsapp, lo miramos para ver si tenemos un mail, lo miramos, lo miramos, miramos miramos, miramos...
Por desgracia, aunque los seres humanos tenemos dos ojos, únicamente podemos mirar en una dirección. Sería práctico, sí, que el próximo salto evolutivo nos permitiese mirar el móvil y allá donde nos dirigimos. De ser así, esta chica se habría ahorrado los puntos de sutura que le tuvieron que dar el pasado martes, en la entrada de metro de Admiralteyskaya, en San Petersburgo.
La chica se dio de morros contra el cristal -que por otro lado no parece ser el más resistente jamás creado, y se queda paralizada al descubrir lo que acaba de hacer.
Comentario a parte merece la reacción del guarda, que se mira la situación con una parsimonia absolutamente desconcertante, como si aquello pasase una vez cada semana. Por otro lado, los transeúntes sí se paran como si acabasen de ver un político con un máster de verdad.
Pero lo cierto es que esa chica nos representa a todos. Quien más quien menos ha tenido o ha estado a punto de tener una discusión con las leyes de la física por estar pendiente del teléfono. Unos habrán estado a punto de comerse una farola y a otros les habrá estado a punto de atropellar un trailer de ocho ejes.
La mayoría hemos salvado parte de nuestra dignidad por la ausencia de cámaras a nuestro alrededor. Otros no han tenido tanta suerte y han acabado en un recopilatorio de pifias en YouTube.
asdasdasd