Algunas enfermedades, como el cáncer, no pasan por nuestro cuerpo sin dejar huella en el exterior para siempre. Las marcas y cicatrices nos recordarán el paso del miedo y el dolor ahora superados. Territorios reconquistados sobre los que debemos tener siempre la última decisión.
Las mujeres que tienen que someterse a mastectomías se enfrentan a una gestión de emociones a la que es difícil acercarse si no hemos estado en su piel. Para algunas supone un golpe en su autoestima y feminidad, para otras una liberación de una parte de su cuerpo que no consideran imprescincible.
Hay tantas visiones y sentimientos como mujeres con cicatrices en sus pechos. Cada año se diagnostican en nuestro país unos 26.000 nuevos casos de cáncer de mama según los datos del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM). No todos ellos, por supuesto, precisan de una cirugía tan invasiva.
La Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) habla de unos 25.000, de los que un 64 % acaba en mastectomía -unas 16.000 mujeres-, aunque solamente unas 4.800 se someten a reconstrucción y, de ellas, 1.920 lo hacen inmediatamente.
Cirujanos paternalistas
Aunque la idea que podemos tener desde fuera es que las mujeres desean recuperar su busto, no todas persiguen ese objetivo e, incluso, hay quienes se niegan en rotundo. En nuestro país todavía se visibiliza más la lucha de aquellas que sí escogen esa opción y tienen que pasarse años en listas de espera; pero en Estados Unidos cada vez cobra más fuerza el movimiento de aquellas que huyen de los implantes.
La Cosmopolitan recogía varios testimonios en un artículo reciente, como el de Kim Bowles, que al despertar de su operación y a pesar de haber dejado clara su negativa, comprobó que el cirujano había dejado piel en sus senos estirpados para realizar una futura reconstrucción: "estaba lista para soltar mis senos y en realidad estaba feliz ante la perspectiva de que se fueran", asegura esta mujer deportista que siempre consideró su busto como un obstáculo.
Otra de las afectadas es Becky Fitz. Ella relata que cuando le preguntó a su cirujano qué había sucedido, él le explicó que estaba preocupado de que cambiara de idea y quisiera reconstruirlo más tarde. "Me dijeron que tenía suerte de estar viva, pero esto no es vivir". La profesora Clara Lee de la Universidad de Ohio ha afirmado en el mismo artículo que la "cirugía es muy paternalista, muchos médicos no saben cómo tratar con una mujer que está profundamente involucrada en su toma de decisiones".
Quedarse plana
En este artículo de The New York Times también trasladan las experiencias de otras mujeres que no quisieron implantes. Es el caso de Debbie Bowers, una de las integrantes de un movimiento que ya tiene incluso un nombre: Going flat, quedarse plana.
Las redes sociales han facilitado que mujeres con esta misma inquietud se hayan encontrado para intercambiar opiniones y sentirse más acompañadas en su decisión. Una de las plataformas más populares en la página de Facebook Flat & Fabulous. Bowers y su amiga Marianne DuQuette Cuozzo protagonizaron un vídeo en el que se quitan sus camisas para mostrar sus cicatrices.
Paulette Leaphart, por su parte, hizo una ruta reivindicativa en 2016 con el pecho descubierto tras su mastectomía doble. Ella afirmaba que "los senos no son lo que nos hace mujeres". Sus ideas desafían la tónica general y hace que se tambaleen muchos mitos sobre la feminidad y la recuperación después de un cáncer de mama, puesto que la reconstrucción se considera parte del tratamiento.
El arte como lucha una vez más
Una superviviente de cáncer llamada Rebecca Pine es cofundadora de un proyecto de fotografía y escritura llamado The Breast and the Sea (El pecho y el mar), dedicado a visibilizar los cuerpos de mujeres que han pasado por la enfermedad y han tomado distintas decisiones sobre sus cuerpos.
Ella no quiso implantes y explica que, "en la mayoría de los casos, no se ven ni se sienten como nuestros senos. Cortan los nervios, así que no tienen sensibilidad ni responden al tacto". La doctora Marisa C. Weiss, fundadora de breastcancer.org, sostiene que los médicos no tienen por qué asumir que todas las pacientes quieren hacerse la reconstrucción.
"He tratado a bailarinas de clubs nocturnos que no quieren operación reconstructiva y monjas que dicen que la necesitan", asegura. La reivindicación de estas mujeres es, podríamos decir, la misma de siempre, pero repetida de otra forma: "queremos tener el control de nuestros cuerpos".