Parece que los tiempos no están para bromas con los hijos adolescentes. Muchos padres se sienten realmente coartados e indefensos a la hora de intentar educar a sus retoños porque un paso en falso podría ser definitivo. Cualquier castigo o reacción se puede interpretar como un abuso de autoridad y acabar en disgusto. Si no, que se lo pregunten a esta madre norteamericana.
Jodie May, una madre divorciada de Michigan (Estados Unidos) con dos hijos a su cargo, decidió darle un escarmiento a su hija de 15 años después de haber constatado que su comportamiento en clase no era el adecuado. Así que, como todos los padres a lo largo de la historia, buscó algo que realmente le importase a la joven y se lo quitó hasta nuevo aviso. Sí, se trataba del teléfono móvil que, como media humanidad, la chica tenía todo el día entre manos.
Sin embargo, lo que podría parecer un castigo de lo más normal, se torció hasta límites insospechados y acabó con la madre entre rejas. ¿Cómo? Con su ex marido de por medio metiendo cizaña. El hombre, que se había puesto del lado de su hija, denunció a Jodie May por robo alegando que el móvil se lo había regalado él.
Varias horas en el calabozo
Así que la policía se personó en la casa para arrestarla. "El agente me dijo que me iban a detener y le pregunté si podría entregarme el lunes siguiente porque tenía un bebé que aun no se alimentaba solo", explica la mujer en la entrevista que ha concedido a la cadena CBS:
Jodie ha afirmado que "solo estaba siendo una madre preocupada e impartiendo disciplina a mi hija"; pero su ex insistió ante la policía en que era el dueño del teléfono móvil y que el castigo que le había puesto a la adolescente "era un crimen".
"Ha sido ridículo, no puedo creer que haya tenido que vivir esto, que mi propia hija me haya puesto en esta situación, pero estoy feliz con el desenlace". Después de pasar varias horas entre rejas, la mujer pudo pagar una fianza de unos 200 euros para salir en libertad y poder reunirse con su bebé, todavía lactante.