El manspreading es un término que se usa desde hace algo más de tres años para referirse a la forma de sentarse de algunos hombres, que se espatarran en los medios de transporte público y llegan a ocupar mucho más espacio del que les correspondería. Se trata de una práctica muy criticada desde el feminismo y combatida incluso por administraciones públicas.
Pero quizás ninguna de las campañas realizadas hasta ahora sea tan dura como la que ha llevado a cabo la activista Anna Dovgaliuk en San Petersburgo (Rusia). En un vídeo que ella ha publicado este martes se ve cómo otra activista emplea lejía contra los hombres que viajan con las piernas abiertas en el metro. Lo ha hecho, dice, para "llamar la atención de las personas hacia este tema".
Su objetivo es provocar debate y, en consecuencia, "la creación de normas legislativas que penalicen el manspreading, porque se trata de una falta de respeto público hacia las mujeres y niños y es una vergüenza para la sociedad", dice.
Lejía en la entrepierna
Según el vídeo, la mezcla de lejía con agua se empleó con unos 70 hombres en el metro de San Petersburgo, pero sostienen que esto no acaba aquí y también harán acciones parecidas en Moscú y Kazán:
A los comentarios de hombres indignados por las represalias hay que sumarles los de aquellas personas que creen que se trata de un montaje que la activista habría colgado para ganar popularidad. De hecho, algunos han señalado que la mujer que vierte la lejía no es la propia activista, sino María Rein, otra feminista reivindicativa.
A todo ello hay que sumarle el testimonio de Stanislav Kudrín, que dice ser uno de los hombres agredidos en el metro y ha confirmado en las redes sociales que el vídeo ha sido escenificado. La propia Rein ha contestado, en The Village, que no recuerda a todos los que roció y que cree "que el hombre no pierde el tiempo y quiere promocionarse. O tal vez solo esté avergonzado".