Hablar del mundo del vino siguie siendo sinónimo de exclusividad y pijerío, no nos vamos a engañar. No sería justo reconocer que de un tiempo a esta parte, con el aumento del número de elaboraciones, su consumo se ha democratizado y podemos permitirnos degustar vinos decentes sin tener que pedir un crédito. Sin embargo, cuando pensamos en una cata formal, la imagen de seriedad y esnobismo que nos viene a la cabeza es inevitable.
Las copas llevan tiempo saliendo de los restaurantes y las bodegas para llegar a otros lugares menos habituales para su consumo pero igual de exclusivos, o quizás más. De hecho, lo corriente empieza a ser que el vino corra en museos, lugares monumentales y otros que, a priori, nada tienen que ver con su elaboración, como el Salón de los Meores Vinos de España que celebró la Guía Peñín en la madrileña Plaza de Toros de Las Ventas en 2014.
Dentro de esta búsqueda del más difícil todavía, necesitando ser diferente en estos tiempos de la originalidad por norma, los promotores de un evento vitivinícola se han lanzado (sin red) a promover una cata en el interior de un exclusivo hotel que tiene el aspecto de un ano gigante. Bueno, más bien, de un trozo de intestino grueso gigante. Se trata del CasAnus Hotel y está en Bélgica.
Situado en el Parque de las Esculturas de la Fundación Verbeke, este hotel, señalan, es una "obra de arte para ser admirada desde el exterior, pero también puedes pasar la noche en su interior y tener un buen tránsito". Ha sido el artista Joep Van Lieshout el artífice de la rareza, que incluye cama doble y una ducha que nos costaría 120 euros por noche para dos personas.
Amantes del vino y del arte
Una de las organizadoras de las catas, que comenzaron el pasado mes de marzo, es Alice Bown, que también ejerció como portavoz del evento. Ella lleva una década organizando degustaciones de los caldos más selectos de todo el mundo, pero es consciente de que es el momento de innovar en un mundo tan anclado en la tradición como es el del vino.
"Después de diez años de organizar degustaciones de vinos de manera tradicional, a menudo aburridas tanto para los productores como para los visitantes, comenzamos a pensar en diferentes formas de experimentar, ahora solo pienso en las conversaciones que pueden darse cuando el alcohol", sostiene. Y, la verdad, razón no le falta. ¿Puede haber algo mejor que un ano gigante lleno de personas bebiendo vino para conseguir romper el hielo y hacer negocios? Lo dudamos.