27 de agosto de 1971 en Córdoba, Argentina. Por aquella época Miguel Arroyo tenía 22 años y trabajaba cosechando el campo y como peón de obra. Aquel día, no se sabe exactamente por qué, acabó detenido por un delito de lesiones leves. Como había sufrido episodios de esquizofrenia -de la que estaba totalmente recuperado- el juez de Bell Ville le envió a un hospital psiquiátrico Emilio Vidal Abal Y se olvidaron de él. Literalmente.
Y ahí sigue hoy, 47 años después. Es el preso que más tiempo ha estado encerrado en la historia de Argentina, superando Carlos Eduardo Robledo Puch, el mayor asesino en serie de la historia del país que cumple cadena perpetua desde el 4 de febrero 1972 por 10 asesinatos.
Es imposible saber qué pasó el día de su detención
Pasaban los días, las semanas, los meses, los años y finalmente las décadas y ni juez, ni peritos ni aparentemente nadie se acordaba de Miguel. Al parecer, según La Voz, en 1975 se inició la causa contra él, pero esta pronto fue olvidada.Tuvo que ser una trabajadora social,Consuelo Visconti, quien levantase la liebre e hiciese que el caso saltase a la prensa nacional. Ella lo veía como una persona normal quien perfectamente podría vivir con su familia y no entendía qué hacía en aquel lugar.
Lo más triste de todo es que hoy es imposible saber exactamente qué ocurrió, ya que los informes sobre la detención de Miguel y la olvidada causa posterior fueron destruidos por un incendio el 27 de febrero de 2015.
"Le robaban la ropa"
La hermana del detenido, Ramona, de 78 años, también ha levantado la voz, asegurando que “Miguel siempre fue un poco nervioso, pero no era violento, no tenía ninguna enfermedad. Ahora está en la unidad 10, estaba bien y creo que sigue bien. Pero antes fue espantoso. Lo tenían en la villa 5, nos llamaban a Buenos Aires para pedirnos ropa, víveres y alimentos para mi hermano menor".
"Me pedían ropa para una persona de 100 kilos" explica Ramona. "Cuando lo vi a mi hermano, era piel y huesos. Se quedaban con todo lo que les mandábamos. Por eso, cuando viajábamos para verlo, nos decían que no podíamos porque Miguel se ponía muy nervioso y nuestra visita le haría peor. Era para que no nos enteráramos de que se robaban las cosas".
Ahora que el caso ha pasado a ocupar titulares en todo el país lo más probable es que se tomen medidas para dejarlo libre. Pero ya nada evitará que un olvido haya robado casi toda su vida a Miguel.