Quién nos iba a decir que llegaría un momento en el que preferiríamos comunicarnos a través de la escritura y no de viva voz. La comunicación oral nos proporciona una manera más cómoda y directa de decir lo que queremos, pero la tecnología ha conseguido que incluso mandemos antes un mensaje para pedir permiso: "¿te puedo llamar?".
Entre las redes sociales y el WhatsApp podríamos pasarnos el día sin dirigirle la palabra (hablada) a nadie. Lo que escribimos y cómo lo escribimos denota nuestra personalidad y plasma, de alguna manera, nuestro tono de voz, la entonación necesaria para que el mensaje se comprenda bien por parte del receptor, algo a lo que nos han ayudado los emoticonos. Benditos sean.
Aquel lenguaje empleado en los tiempos de los SMS, cuando rebajar las palabras nos ahorraba dinero y nos convertía en expertos criptógrafos, ha pasado al olvido. Ahora los códigos han cambiado, pero la ortografía ha cobrado la importancia que se merece. Eso sí, no se escribe igual en una red social, en un mail o en WhatsApp. La aplicación de mensajería tiene sus propios modismos y uno de ellos es el temido punto y aparte.
¿Estás enfadada?
Recibir un mensaje de WhatsApp que acaba con un punto nos pone en alerta:
A comienzos de este 2018 la psicóloga Danielle Gunraj realizó un experimento para conocer la reacción de la gente cuando recibía mensajes de texto acabados en punto. Para una mayoría, los mensajes transmitían menos credibilidad que aquellos que no lo empleaban. Lo curioso es que esta diferencia no era determinante cuando las frases estaban escritas a mano, en una carta, por ejemplo.
Los lingüistas Rick Ling y Naomi Baron ya habían estado investigando en 2007 sobre este fenómeno. Comprobaron que en los mensajes que contenían varias frases estas estaban separadas por puntos, pero solo el 29 % escribían el punto y aparte al final. Su teoría es que hemos asumido que darle a enviar equivaldría a ese signo de puntuación en un documento formal.
Y el problema es que introducir formalismos en un contexto informal nos chirría y nos hace desconfiar del otro. La persona que nos está escribiendo en un canal que por norma general se usa entre gente conocida y con cierta confianza, no debería emplear un registro serio y eso es, precisamente, lo que nos transmiten los puntos finales.