La política está cambiando, eso ya es una evidencia que nadie puede negar y las redes sociales han tenido una influencia importante en ese cambio. Una estrella de la televisión se es el presidente de la mayor potencia del mundo cuando apenas unos años esa posibilidad solo era un chiste en Los Simpson. En España, por primera vez en décadas parece posible que un partido que no sea ni PSOE ni PP gane unas elecciones. En algún momento de esa transformación hacia la nueva política, alguien decidió que, en un esfuerzo para hacer a los candidatos más humanos, era buena idea poner emojis en sus tuits, incluso en pésames, como Cristina Cifuentes.
Donald Trump y Albert Rivera son dos representantes de este cambio, ambos hacen un uso extenso de Twitter -aunque en este terreno Trump gana por goleada- y ambos han hecho un uso extendido de la bandera de su país como argumento político. Y, evidentemente, también su emoji:
Trump incluso ha abrazado la etiqueta de "nacionalista":
Mientras, Albert Rivera ha llegado a asegurar que "el nacionalismo es la guerra", abrazando la frase de François Mitterrand, "librar una batalla intelectual política y social contra los nacionalismos, contra quienes quieren destruir Europa".
Es decir, estamos ante un nacionalista declarado y ante alguien que se declara enemigo del nacionalismo. Y aquí es donde una estadística tuitera puede sorprender (o no):
Mosquis.