La pasada semana los lectores del diario catalán Regió se dieron de bruces con un peculiar anuncio: "Señor mayor desea amistad con señorita hasta 37 años, no fumadora, buena presencia, sensible, amante naturaleza. Dejo herencia". Toda una declaración de intenciones con pocos filtros y directa al grano. Alberto, que así se llama el hombre, busca a una muchacha con quien pasar sus últimos años y, a cambio, sabedor de que quizás no es la propuesta más atractiva para una joven, le promete su herencia.
La historia la recoge El Confidencial, que ha confirmado que el mismo día en el que se publicó el anuncio ya aparecieron varias candidatas, así que ya se ha decantado por una en menos de 24 horas. Explica el hombre que "tiene 38 años, es cubana, divorciada y con dos hijos. Me ha dado muy buena impresión, es una chica seria que vive con su madre. Hemos quedado en vernos el próximo fin de semana y conocernos más".
El tema nos recuerda bastante a la peli Una proposición indecente, con la salvedad de que, seguramente, el anciano catalán no sea Robert Redford. El hombre vive en Manresa, tiene 82 años y las cosas muy claras: "nos tenemos que casar porque yo quiero estabilidad. Quiero una relación normal, tener compañía y que me cuiden. También tengo mis necesidades. Si no me lo da, tendré que buscar a otra persona", asegura con la misma convicción de quien está a punto de testear cualquier producto que coge con la mano en la alacena de un supermercado.
"Las mujeres de mi edad están muy mal"
"A cambio, les doy seguridad económica. Soy una persona muy activa, me cuido mucho y eso les gusta cuando me conocen", señala, confesando a su vez que ya ha tenido relaciones con mujeres de menos de 30 años, todas extranjeras. "Sé que esta chica estará conmigo por el dinero, no soy tonto, pero no me da miedo que me quieran matar. La comida, de momento, me la hago yo. Además pienso avisar al servicio de atención a las personas mayores del Ayuntamiento para que estén atentos", dice.
El hombre prefiere a las mujeres más jóvenes porque, señala, "todas las mujeres que he conocido de mi edad están ya muy mal y yo me cuido muchísimo, solo tengo un poco de lumbago. Hago deporte y a pesar de mi edad cumplo bien". El día que Alberto ya no esté, su viuda heredará un piso, una finca con árboles y una casa de campo en Castellnou de Bages (Barcelona). Tenía también un piso en la playa, pero "se lo di en herencia a mis hijos cuando falleció mi esposa y lo malvendieron. Es lo único que les voy a dejar porque se han portado fatal conmigo y con mi familia".
Además del patrimonio inmobiliario, que vale más de 400.000 euros según Alberto, también tiene algún dinero en el banco y cobra una pensión de viudedad que, junto a la suya como jubilado de banca, suma 1.800 euros mensuales. Si la cosa no funciona con su candidata él no va a perder la esperanza porque, explica, "tengo amigos de mi edad que están solos y desesperados (...). Yo soy muy tozudo y cuando algo me interesa, me lanzo".