Con la llegada del otoño nos hemos ido despidiendo de las horas de luz pero afortunadamente, por estas latitudes, aun vemos el sol (o la lluvia) unas nueve horas al día. Esto ya es muchísimo más de lo que lo disfrutan los pobres habitantes de Utqiagvik, un pueblo situado en el norte de Alaska donde se vio el último amanecer el pasado 18 de noviembre y ahora están sumidos en un período de 65 días de oscuridad.
Hasta el próximo 23 de enero no verán al astro rey debido al fenómeno conocido como noche polar. Su situación próxima al Círculo Polar Ártico y la inclinación del eje de la tierra provocan que el sol no ascienda por el horizonte desde mediados de noviembre hasta finales de enero. Eso sí, les llegará algo de claridad de rebote, lo suficiente como para distinguir objetos.
Por si fuera poco, en verano ocurre el fenómeno contrario. No ven ni una puesta de sol desde mayo hasta agosto. Algo que para nosotros resulta tan extraño es a lo que están acostumbrados los 4.400 vecinos del pueblo, donde un 61 % de sus habitantes son esquimales que viven de la caza y la pesca.
Hasta 2016 Utqiagvik se llama Barrow, el nombre con el que fue bautizada por un oficial de la Royal Navy en el siglo XIX, pero los residentes votaron a favor de cambiarlo para honrar a los indígenas que habitan esas tierras desde mucho antes de la llegada del hombre blanco.