Esto del "aquí te pillo, aquí te mato" lleva existiendo toda la vida. El calentón, el morbo imprudente de mantener relaciones en espacios públicos y el impulso que camufla la vergüenza de que alguien te vea. Lo que pasa es que hoy en día no solo te pueden ver, sino que también te pueden grabar y que tu ridícula imagen dándole al tema esté al día siguiente al otro lado del charco, como le ha pasado a esta pareja de mexicanos.
En el interior de un cajero del banco Santander situado en la avenida Juárez de Cuauhtémoc, una de las 16 demarcaciones territoriales que forman la Ciudad de México, los tortolitos lo estaban dando todo ajenos al hombre que los grababa desde el exterior para mofarse de ellos. Seguramente no cayeron en la cuenta de que los cristales son transparentes o, desde luego, no parece que les haya importado demasiado.
"¿Para qué un hotel si tengo un banco? No mames", dice el chico que les graba intentando doblar la escena:
Aunque el libre ejercicio de la sexualidad no constituye un delito por sí mismo en México, su Ley de la Cultura Cívica contempla infracciones y sanciones en el ámbito de atentado contra la dignidad y la seguridad de la ciudadanía.