El amor imposible de los dos soldados que fueron enterrados juntos
En la Jungla. Una guerra y un amor imposible son los protagonistas de un extenso hilo en el que Guillem Clua explica la investigación que le llevó a descubrir esta historia.
3 diciembre, 2018 15:10En un cementerio rumano, un memorial a soldados caídos en la I Guerra Mundial, una tumba resalta sobre los demás. Es una tumba doble, donde descansan dos soldados: Emil Muler y Xavier Sumer. ¿Pero por qué hay dos soldados juntos en una única tumba? El guionista Guillem Clua encontró la tumba -que es real- e imaginó y se embarcó en una investigación ficticia en la que ha descubierto una tierna y dolorosa historia de una amor imposible.
Una investigación que ha relatado en un extensísimo hilo de de Twitter que le ha costado varios días culminar:
El otro día os prometí que os explicaría el misterio que se esconde tras esta lápida en la que reposan dos soldados del Imperio Austrohúngaro que lucharon y murieron en la I Guerra Mundial… y que fueron enterrados juntos. Hilo va. pic.twitter.com/rEdzwIN98k
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
En el punto más alto de Sighisoara (Rumanía) se alza la Iglesia de la Colina. A ella se llega por unas empinadas escaleras cubiertas, una de las atracciones del lugar que podéis ver aquí en una foto que tomé. pic.twitter.com/WmqpETHLE9
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
En el punto más alto de Sighisoara (Rumanía) se alza la Iglesia de la Colina. A ella se llega por unas empinadas escaleras cubiertas, una de las atracciones del lugar que podéis ver aquí en una foto que tomé. pic.twitter.com/WmqpETHLE9
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
Al lado de la iglesia hay un cementerio alemán (esta zona de Transilvania fue repoblada por alemanes desde el S.XII y sus descendientes fueron enterrados allí). Y es en ese lugar donde encuentro el memorial de las víctimas de la I Guerra Mundial. pic.twitter.com/KD8da7vAHX
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
No son más que 30 tumbas dispuestas de manera simétrica. Una tumba para cada soldado, como esta, que llama mi atención por el bello nombre del mosquetero fallecido. pic.twitter.com/H4p6xcQwvz
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
Tras descubrir las tumbas, Guillem se dirigió a la única persona que tenía cerca, la señora que vendía entradas. Solo supe que eran "Prieteni". Amigos en rumano.
¿Qué clase de amigos?, pregunta la marica romántica que hay en mí. Pero la señora no está por la labor. Coge un mapa y señala un punto concreto: la famosa Torre del Reloj del centro de la ciudad. pic.twitter.com/rl4lm5HhxI
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
Esa pista le sirvió para comenzar a descubrir quién era uno de los dos enterrados:
Los Muler se enriquecieron con la siderurgia e impulsaron la reconversión industrial de la zona. De ahí que existan tantas fotos de su familia. Pero a mí me interesaba solo Emil, que ya de pequeño parecía olerse que su vida iba a ser muy chunga. pic.twitter.com/7cJTFS7mrd
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
Lo único que averiguo de él es que fue a la escuela de la colina con su hermano mayor. Aquí salen los dos con un amigo. Emil es el de la derecha. pic.twitter.com/BtqAP9QMrC
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
Lo primero que compruebo es el nombre del "amigo", pero parece ser un tal Hermann nosequé, que no pinta nada en esta historia. Thank you, next.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
Lo que sí llama mi atención es que no deja de ser escalofriante que la escuela de Emil estuviera a pocos metros del cementerio donde sus restos reposarían para siempre. ¿Quién se lo podía imaginar? pic.twitter.com/9SgfWGdjUd
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
De hecho, ¿quién se podía imaginar que en verano de 1914 estallaría la peor guerra imanigable? A las pocas semanas, padre e hijos fueron llamados a filas. pic.twitter.com/JeKSENHAbA
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
A Emil no se le ve muy feliz. Tuvo que interrumpir sus estudios en la Universidad de Múnich a la que había sido enviado. Y claro, a nadie le gusta que se le acabe el Erasmus porque los Imperios europeos han decidido aniquilarse entre sí. pic.twitter.com/MgEb7UEWju
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
¿Y qué le pasó en la guerra? No lo sabemos. Lo único que dice la ficha de su foto es que fue herido en 1915 y trasladado al hospital militar de Sighisoara, donde murió unos meses después. pic.twitter.com/FK5TXEGK8P
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
Y nada más. En la sala no encuentro más información de Emil Muler. Y lo peor: tampoco de su amigo Xaver Sumer. De él no hay ni rastro. pic.twitter.com/6XJnUmPszg
— Guillem Clua (@guillemclua) November 22, 2018
Y parecía que había llegado a un callejón sin salida, pero entonces, en la casa de una familia de origen catalán encontró otra pista...
En la escalera y la sala superior hay algunos cuadros. La mayoría son óleos sin firmar. Estampas amateurs de Sighisoara pintadas por autores anónimos. Uno de ellos llama poderosamente mi atención. pic.twitter.com/E15hYwwYmH
— Guillem Clua (@guillemclua) November 24, 2018
Es una calle cualquiera de Sighisoara, con la torre del reloj al fondo, algo lúgubre, con un arbol medio muerto. Examino sus detalles y de repente, se me para el corazón. pic.twitter.com/9evAoALW0B
— Guillem Clua (@guillemclua) November 24, 2018
En la esquina inferior izquierda, el pintor ha firmado con su nombre. Primero pienso que me engañan los ojos, pero ahí dice claramente “X. Sunyer”. pic.twitter.com/jIi1RksflT
— Guillem Clua (@guillemclua) November 24, 2018
Y de repente la tumba de #EmilyXaver vuelve a mi mente. Y visualizo el nombre de Xaver. Sumer. Sumer con un palito encima, algo que ya me pareció raro la primera vez que lo vi. pic.twitter.com/Cf6NSA6boC
— Guillem Clua (@guillemclua) November 24, 2018
Y me pregunto si esa M originalmente era una N. ¿Y si Sumer era en realidad Suñer? ¿Y si Xaver Sumer era una germanización de un nombre catalán como Xavier Sunyer? ¿Era posible o se me estaba yendo la olla pero bien?
— Guillem Clua (@guillemclua) November 24, 2018
No tardo en salir de dudas. Bajo el cuadro está toda la información que necesito. El nombre del autor... y el título de su obra. pic.twitter.com/b9WC3escFY
— Guillem Clua (@guillemclua) November 24, 2018
Emil’s room. La habitación de Emil. La casa que Xaver Sumer pintó era el hogar de Emil Muler. Y en el centro del lienzo, su ventana. Una ventana que significó tantas cosas, que tuvo que inmortalizarla en un lienzo. pic.twitter.com/XEh3TaPfMT
— Guillem Clua (@guillemclua) November 24, 2018
No puedo evitar emocionarme. Ese cuadro es la prueba de que #EmilyXaver se conocieron antes de la guerra. Xaver lo pintó es de 1913, cuando Emil ya se había ido a la universidad de Múnich.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 24, 2018
Tras horas tratando de encontrar la casa de Emil, cuando estaba a punto de darse por vencido...
Os pongo el cuadro y la foto juntos para que comprobéis que sí, ¡esa es la casa de Emil! ¡Aún existe! pic.twitter.com/iLQEvPwaF5
— Guillem Clua (@guillemclua) November 25, 2018
Decido adoptar mi personalidad de Carmen Sandiego: “Estoy haciendo un trabajo de investigación sobre la I Guerra Mundial en la zona.” Hala, y si cuela, cuela. “Me han dicho que aquí solía vivir la familia Muler, ¿es así?”. pic.twitter.com/UlD1oPBKc4
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
La mujer me dice que sí. Que el edificio ha pertenecido a su familia desde hace generaciones. WAIT. ¿Su familia? ¿Me está diciendo que ella es descendiente de los Muler? pic.twitter.com/azJx7gcmKK
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
Pues sí, amigas. La señora se llama Dorothea Taschler, hija de Helmut Taschler y Maria Muler, que a su vez fue hija de Adolf Muler, el hermano mayor de Emil en esta foto que recordaréis. pic.twitter.com/wtgGSsmhBd
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
En ese momento le cuento lo de la tumba intentando que no me tiemble la voz. Se supone que soy una investigadora fría como el hielo, no te salgas de personaje, Guillem. Y ella asiente con la cabeza: “sí, los enterraron juntos, pero no sé por qué.” pic.twitter.com/aT8FKamq9S
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
“Me han dicho que Emil y Xaver eran amigos,” aventuro yo. Ella asiente de nuevo: “sí, iban juntos al instituto, como la mayoría que están enterrados allí.” Otro escalofrío. Me viene a la cabeza el instituto al lado del cementerio. pic.twitter.com/J40iXAaFdq
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
Está claro que #EmilyXaver se conocieron cuando eran adolescentes. O quizás antes. Y que su amistad se forjó en los pasillos de ese edificio, una amistad que se truncó cuando Emil se fue a la universidad de Munich hacia 1912 y Xaver se quedó en Sighisoara.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
Por eso Xaver pintaba la ventana de Emil. Porque le echaba de menos. Incluso un año después de su separación él aún le dedicaba sus cuadros.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
¡Solo ellos dos están enterrados juntos, señora! Dorothea piensa un poco y acaba diciendo que desconoce el motivo. “¿Quizás la familia de Xaver Sumer no tenía dinero para una tumba propia?” La explicación no me convence nada. pic.twitter.com/12rhDjHCKY
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
En ese momento señalo la ventana que está justo encima de nosotros: “esa era su habitación, ¿verdad?”. Ella abre los ojos como platos. “¿Cómo lo sabes?”. Le enseño la foto del cuadro y me lanzo: “¿me la podría enseñar?”. pic.twitter.com/ZPqQzkd9sc
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
Ella asiente y me hace pasar. Entro en la antigua casa de Emil casi de manera reverencial, pero se me pasa de golpe al ver que la han reformado por completo y por dentro es TERRIBLEMENTE FEA. Los frescos de las paredes son para arrancarse los ojos (perdón, Dorothea). pic.twitter.com/J3vd1UBEl2
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
Camino de la habitación, uno de los frescos en la pared llama mi atención. Es una representación de un molinero (Müller, en alemán, el símbolo de la familia de Emil). Decididamente estoy en el lugar correcto. pic.twitter.com/YfE3HiAoqF
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
La habitación no está ocupada, así que puedo visitarla sin problema. Dorothea me abre la puerta y se me corta la respiración. Delante de mí está la habitación de Emil. pic.twitter.com/iwufyk1NhS
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
Me dirijo a la ventana y desde allí adivino el lugar en la calle desde el que Xaver pintó su cuadro. Y levanto la mano, como si yo mismo fuera Emil, despidiéndome de Xaver, que acaba de salir de mi casa con una sonrisa en sus labios y se gira para saludarme con una sonrisa.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
En ese momento siento que no me puedo ir. A la mierda el bus a Târgu Mures que sale en un rato. A la mierda todo. Me giro y le suelto a Dorothea: creo que me voy a quedar a dormir aquí esta noche. pic.twitter.com/webZn3F4St
— Guillem Clua (@guillemclua) November 26, 2018
Sigo a Dorothea hasta una puerta cerrada con llave. Tras ella hay una habitación más austera que las demás. Deduzco que no está destinada a los huéspedes del hotel. Hay varios armarios, arcones y muebles de diferentes estilos.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 28, 2018
Dorothea abre uno de los armarios y saca una maleta, que coloca encima de un arcón. “Si quieres, puedes examinar su contenido,” me dice. Enseguida entiendo por qué. La maleta está en bastante mal estado, pero al lado de la empuñadura se adivinan dos iniciales. pic.twitter.com/66J86Bfllf
— Guillem Clua (@guillemclua) November 28, 2018
EM. Emil Muler. pic.twitter.com/8umrmgXmTV
— Guillem Clua (@guillemclua) November 28, 2018
Finalmente la abro... y esto es lo que me encuentro. Carpetas, papeles y un pequeño maletín. pic.twitter.com/iHObo7yMdy
— Guillem Clua (@guillemclua) November 28, 2018
Dorothea me dice que no preste atención a las carpetas, ya que no tienen ningún interés para mí. En el maletín está todo lo que necesito. Y cuando lo abro... pic.twitter.com/dS0Dn7lAOA
— Guillem Clua (@guillemclua) November 28, 2018
¡Fotos! Docenas de fotos de todos los tamaños, temas y épocas. Un montón de instantes inmortalizados en celuloide, caras anónimas, paisajes exóticos, instantáneas familiares… ¡Hay de todo! pic.twitter.com/u5PLXzMDnj
— Guillem Clua (@guillemclua) November 28, 2018
Dorothea está segura de que alguna foto de principios de siglo habrá y me invita a buscarla. Yo miro el interior del maletín abrumado. ¡Ahí puede haber tranquilamente 200 o 300 fotos! Me puedo pasar horas examinándolas… pic.twitter.com/XzyrxZ0pun
— Guillem Clua (@guillemclua) November 28, 2018
Y nada más empezar encuentro la primera foto. Es un pelotón del ejército austrohúngaro: un grupo de jóvenes soldados posando orgullosos con sus uniformes impecables. Seguramente ahí ni siquiera habían disparado una sola bala todavía. pic.twitter.com/xscr6X04Uo
— Guillem Clua (@guillemclua) November 28, 2018
Y entre ellos, con su habitual cara de “en vaya jardín me he metido”, reconozco a Emil Muler (es el segundo soldado de pie desde la derecha). Me pregunto si alguno de los otros es Xaver Sumer… pic.twitter.com/VzNqdFtqeO
— Guillem Clua (@guillemclua) November 28, 2018
Hasta que encuentro la segunda foto. Dos oficiales y un soldado. pic.twitter.com/nKMFPmR3DQ
— Guillem Clua (@guillemclua) November 28, 2018
Y el nombre del soldado no deja lugar a dudas. pic.twitter.com/gTysBdMHi8
— Guillem Clua (@guillemclua) November 28, 2018
Xaver Sumer. 1914. pic.twitter.com/Cnqif1fB1m
— Guillem Clua (@guillemclua) November 28, 2018
Por fin he puesto cara a los dos soldados. Coloco sus fotografías una al lado de la otra. La mirada de ambos se clava en la mía. Y a través del espacio y el tiempo, me parece ver en ellos una súplica común: “cuenta nuestra historia o jamás existiremos.” pic.twitter.com/hzJnOcTVEF
— Guillem Clua (@guillemclua) November 29, 2018
Lamentablemente no encuentro más fotos suyas. Hay algunas instantáneas más del frente, soldados anónimos hundidos en el barro de las trincheras, momentos de descanso sin rastro alguno de felicidad, oficiales de grandes bigotes y uniformes impolutos… pic.twitter.com/akxveNHOXK
— Guillem Clua (@guillemclua) November 29, 2018
Y es gracias a ellas y a las anotaciones en sus reversos que me doy cuenta de que Emil y Xaver lucharon en destinos diferentes. Xaver fue mandado al norte, al frente de Varsovia, mientras Emil defendía las posiciones transilvanas contra Serbia.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 29, 2018
Entre 1914 y 1915, año en el que Emil vuelve herido a Sighisoara, los dos chicos no coincidieron jamás. Y cada vez entiendo menos lo que ocurrió. Si ni siquiera lucharon juntos, ¿por qué los enterraron juntos? pic.twitter.com/JWyP8tEME8
— Guillem Clua (@guillemclua) November 29, 2018
De nuevo, parecía estar ante un callejón sin salida, pero Guillem no se quiso dar por vencido y volvió a la carga:
¿No se borró su historia ya una vez, como les ocurrió a millones de otros soldados que descansan bajo el suelo de todo el continente? No era justo que yo les abandonara de nuevo en esa tumba de olvido.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 29, 2018
Por eso me pongo a repasar las fotos una a una de nuevo. Las antiguas y las modernas. Todas. Analizo cada cara, cada detalle, cada momento… hasta que doy con esta imagen de los años 50. Dos hombres frente a un retrato. pic.twitter.com/Zxpy6EIQCo
— Guillem Clua (@guillemclua) November 29, 2018
No tengo ni idea de quiénes son, pero lo que me llama la atención no son ellos, ni el hombre del cuadro, sino algo que hay al fondo. ¿Os suena? pic.twitter.com/4AY7eqm5db
— Guillem Clua (@guillemclua) November 29, 2018
Aquí tenéis un plano más cercano. pic.twitter.com/21eI4gAdTp
— Guillem Clua (@guillemclua) November 29, 2018
Reconozco el cuadro de Xaver al instante. pic.twitter.com/tKlHDpWwlw
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Y las preguntas vuelven. ¿Qué hace ese cuadro allí? ¿Por qué lo tenían esos hombres? ¿No había estado siempre ese cuadro en el Restaurante Bastion, “la casa del catalán”? La cabeza me explota. pic.twitter.com/TH21TEBmfi
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Corro escaleras abajo buscando a Dorothea y blandiendo la foto como si me quemara en las manos. Ella reconoce a uno de ellos al instante. Es Hermann Balan. Fue alcalde de Sighisoara en los años 50, dice.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 29, 2018
¿Hermann Balan? El nombre me suena terriblemente. ¿Dónde he oído yo antes ese nombre? Y de repente veo la luz. pic.twitter.com/RjWPGi7C6V
— Guillem Clua (@guillemclua) November 29, 2018
¿Os acordáis de estos tuits? pic.twitter.com/70vTCsy9J4
— Guillem Clua (@guillemclua) November 29, 2018
Pues parece que al final Hermann nosequé sí que va a pintar algo en esta historia. pic.twitter.com/rl4UGCLwEx
— Guillem Clua (@guillemclua) November 29, 2018
Hermann fue amigo de Emil en el instituto. Y probablemente también de Xaver. Y por si os lo estáis preguntando, sí, su familia sigue viviendo en la ciudad. pic.twitter.com/lOJXOqo77h
— Guillem Clua (@guillemclua) November 29, 2018
Nos dirigimos a la plaza principal de la ciudadela. Allí vive Alina Balan, nieta de Hermann Balan, el que fuera alcalde en los años 50 y compañero de instituto de #EmilyXaver antes de la Gran Guerra. pic.twitter.com/CHUyvJDPU9
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Dorothea se detiene delante de una de las mansiones y llama a la puerta. Enseguida aparece una oronda mujer de sesenta años de mejillas sonrosadas que parece salida de un cuento de los Hermanos Grimm. pic.twitter.com/JjNdFSVsyU
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Alina y Dorothea se ponen a charlar en rumano con esa complicidad que solo tienen las amigas de toda la vida. Adivino palabras sueltas: “casa catalanului”, “Emil”, “Xaver”, “prieteni”.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Recorremos los pasillos de la mansión, llenos de cuadros, iconos e imaginería religiosa. Dorothea me va traduciendo las explicaciones de su amiga: cuando su abuelo volvió de la guerra se aficionó a coleccionar arte. pic.twitter.com/iEC1wpNPzf
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Los primeros cuadros que obtuvo eran de artistas de la región. Y sí, entre ellos tenía un cuadro de Xaver Sumer. Por alguna razón, era el cuadro más querido por Hermann Balan. Y allí estaba. En un lugar privilegiado del lujoso salón. pic.twitter.com/dMDZwxQ1MN
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
De nuevo tenía delante el cuadro de la ventana de Emil. ¿Cómo era posible que hubiera dos cuadros iguales? Le comento a Alina que ayer vi uno igual en el Restaurante Bastion. Ella vuelve a adoptar la sonrisa de abuelita de Caperucita y dice: “no son iguales.” pic.twitter.com/356WUJ3TNf
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Efectivamente, cuando me acerco a examinarlo me doy cuenta. Los colores del cuadro son distintos. Y en la ventana de Emil se adivina una silueta. Y no solo eso. La fecha del cuadro es de 1916. pic.twitter.com/aPiRRf2YxZ
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
1916. Tres años después del primer cuadro. Un año después de que Emil volviera del frente. El año en el que Emil murió.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
No entiendo nada. ¿Por qué volvió a pintar el cuadro con Emil en la ventana? Y Alina responde que no solo pintó ese. Pintó muchos más, pero se han perdido.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Efectivamente, #EmilyXaver se conocieron en el instituto. Los dos eran amigos íntimos de Hermann Balan. Los tres chicos eran inseparables. Pero la amistad de Emil y Xaver era especial. Así lo dice. Especial. Y lo dice con cierta ternura que agradezco.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Los chicos estaban a punto de terminar el instituto hacia 1912 y Hermann notaba que sus dos amigos se iban distanciando de él. El pobre no entendía por qué. Hasta que un día lo descubrió, lo contó a sus padres y la noticia no tardó en llegar a las familias de Emil y Xaver. pic.twitter.com/Rxe0aKidMB
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Así fue como Herr Muler decidió mandar a Emil a estudiar a Munich, mientras Xaver se quedó en Sighisoara pintando su ventana vacía. pic.twitter.com/ZWHgKKDhWH
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Xaver juró a Hermann que jamás le perdonaría lo que le había hecho.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Pero entonces ocurrió algo que nadie esperaba. En verano de 1914 Gavilo Princip asesinaba al archiduque Franz Ferdinand y a su esposa en Sarajevo y estallaba la I Guerra Mundial. pic.twitter.com/J3VaJrVCKk
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Hermann, Emil y Xaver se fueron al frente y perdieron todo contacto… Hasta que Emil volvió herido en 1915. Alina me cuenta que su estado era delicado. Sus pulmones habían quedado afectados por el efecto de una bomba de cloro. Quedó postrado en la cama.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
La noticia llegó a Xaver, que aún estaba en el frente. El chico hizo todo lo posible por volver a verle antes de que Emil muriera, pero no fue relevado hasta mediados de 1916.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Lo primero que hizo Xaver al poner los pies en Sighisoara fue plantarse en casa de Emil, pero sus padres no le permitieron verle. Ni ese día ni nunca más. Le ocultaron a su hijo que había vuelto… pic.twitter.com/OShpCsXxil
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Y por eso Xaver se plantó en la esquina bajo la ventana de Emil. Iba allí cada día y se pasaba horas con la esperanza de que Emil tuviera fuerzas para levantarse de la cama, mirar al exterior y verle.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Y para entretenerse, pintaba el mismo cuadro una y otra vez. pic.twitter.com/0cqdUOQAHH
Alina detiene su relato. Se ha dado cuenta de que estoy llorando.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
“Dígame que se vieron. Aunque solo fuera un día. Dígame que Emil supo que Xaver no le había olvidado.” Mis palabras suenan casi como una súplica.
Ella vuelve a sonreír, pero no dice nada. Se levanta y rebusca entre los volúmenes de la librería. Saca un álbum lleno de fotos y documentos. Y enseguida encuentra lo que busca: una carta.
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Una carta a Emil Muler. pic.twitter.com/S6T0sQONaT
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Escrita por Xaver Sumer (que aquí vuelve a firmar con su nombre catalán). pic.twitter.com/Rbm4mGoYJc
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Días antes de la muerte de Emil. pic.twitter.com/gBCBGXZV57
— Guillem Clua (@guillemclua) November 30, 2018
Una carta de Xaver a Emil. Ni en mis sueños más locos habría imaginado encontrar un tesoro así. Pero no puedo evitar preguntarme por qué está en poder de Alina Balan. ¿Acaso no llegó a su destino? pic.twitter.com/SMXsANGgZb
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
“Mi abuelo la interceptó,” explica la anciana. Cuando Hermann volvió del frente y se encontró con Xaver plantado en la calle, se le rompió el corazón. Se dio cuenta de lo que había provocado con su confesión antes de la guerra.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Intentó disculparse, pero Xaver no quiso ni escucharle. Se pelearon en plena calle y Xaver le rompió la nariz de un puñetazo. pic.twitter.com/xJg18mEPob
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Hermann era consciente de que el dolor que sentía en la cara no tenía ni punto de comparación con el de sus viejos amigos. Se propuso enmendar su error y trató de interceder por ellos plantándose en casa de los Muler.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Les pidió que permitieran un último encuentro entre los chicos, pero ellos se negaron. Y no solo eso. Le enseñaron la carta de Xaver que acababan de recibir y le pidieron que se la devolviera, para que le quedara claro que sus palabras jamás llegarían a oídos de Emil. pic.twitter.com/a5LMI4ZGDc
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Hermann no les hizo caso. Se guardó la carta y en cuanto tuvo ocasión pidió ver a Emil. En la habitación que ya conocemos, Hermann pidió perdón a su amigo del instituto y, junto a su lecho, le leyó la carta de Xaver en un susurro.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Y es en ese mismo susurro que Dorothea empieza a traducirme las palabras de Xaver:
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
"Querido Emil,
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Tus padres no permiten que nos vemos.
Recurro a esta carta para escribir lo que jamás he sido capaz de decirte.
Quiero que sepas que te quiero.
Sí, Emil, te quiero.
Nos habían enseñado que lo nuestro no era amor, pero me he dado cuenta de que lo era."
"Lo que tú y yo hemos tenido es el amor más verdadero que he sentido jamás.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Por eso no quiero perderte sin decírtelo.
Te quiero desde el primer día que entramos en el instituto y nos escapamos al cementerio a fumar un cigarrillo."
"Te quiero desde el día que me calentaste las manos con tu aliento porque yo había perdido los guantes.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Te quiero desde ese beso en el establo de los Sander.
Te quiero tanto que la idea de volver a verte fue lo único que me mantuvo vivo en las trincheras serbias."
"Bastaría con mirarme a los ojos para que lo entendieras. Ojalá pudieras.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
No harían falta palabras. Nos miraríamos y volveríamos a ser niños en los pasillos del instituto, antes de la muerte, antes de las bombas, antes de los viejos en los que nos ha convertido todo este odio."
"Por eso hace meses que estoy bajo tu ventana, para verte otra vez, aunque solo sea un instante.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Para que tu sonrisa vuelva a hacerme creer que nuestro amor lo significó todo y arrojó algo de luz en este siglo que ha nacido muerto."
"Te quiero y pase lo que pase, siempre estaré contigo.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Tuyo, Xavier."
Cuando Hermann acabó de leer la carta, los dos chavales estaban llorando. Emil, casi sin voz, le pidió que le ayudara a levantarse.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Emil estaba tan débil que parecía que no sería capaz ni de llegar hasta la ventana, pero lo consiguió. Descorrió las cortinas, miró al exterior y por primera vez en años de horror su rostro estalló en una sonrisa.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Porque ahí abajo en la calle estaba Xaver devolviéndole la mirada. Porque el hombre que amaba le había dicho te quiero por primera vez y él le estaba respondiendo, muy flojito, con su aliento empañando el cristal de la ventana.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Xaver nunca pudo oír el “ich liebe dich” de Emil, pero lo sintió en lo más profundo de su alma como una bendición. En ese momento Emil levantó el brazo a modo de saludo… Y así es como Xaver lo pintó en su último cuadro. pic.twitter.com/oE1EHXOOnJ
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Esa misma noche, un 12 de diciembre de 1916, Emil Muler falleció.
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Tenía 22 años. pic.twitter.com/bURq0EmFIO
Al día siguiente de su muerte, Emil fue enterrado en el panteón familiar y Xaver dejó de pintar. Sabemos que murió meses después, ¿pero qué fue de él en ese tiempo? Y lo más importante… ¿cómo acabaron enterrados juntos?
— Guillem Clua (@guillemclua) December 1, 2018
Alina rebusca en el álbum y me enseña una foto de la tumba de Emil de 1916. Efectivamente fue enterrado solo. pic.twitter.com/1kyQ5C79RE
— Guillem Clua (@guillemclua) December 2, 2018
Media ciudad acudió al funeral de Emil. El pequeño de los Muler había muerto como un héroe e iba a ser enterrado con honores. El oficio tuvo lugar en la Iglesia de la Colina, al lado del instituto de los chicos y el cementerio. pic.twitter.com/A17b9JZhGS
— Guillem Clua (@guillemclua) December 2, 2018
Xaver se presentó a media ceremonia con el alma rota. El cura interrumpió su homilía al verle entrar y todos los asistentes contemplaron con asombro cómo se dirigía al ataúd para darle el último adiós al hombre que amaba.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 2, 2018
Pero Xaver no pudo hacerlo. Herr Muler se plantó delante de él en el pasillo, lo agarró por las solapas y lo arrastró al exterior. Xaver suplicaba entre lágrimas que sólo quería despedirse. Por toda respuesta, el padre de Emil lo lanzó al suelo y le propinó varias patadas. pic.twitter.com/CPrMwXAs6I
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Hermann Balan lo contempló todo desde su banco lleno de rabia y culpa, pero no se atrevió a hacer nada. Nadie movió un dedo.
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En la calle, la sangre y las lágrimas fundían la nieve bajo el cuerpo de Xaver Sumer. El chico se levantó como pudo y juró que jamás volvería a Sighisoara.
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La ciudad estaba demasiado llena de recuerdos que no dejaban de acecharle y de vecinos que lo miraban con desprecio. Con Emil muerto, sentía que ese ya no era su lugar y que su vida carecía de todo sentido.
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Y cuando la vida deja de tener sentido, lo único que te guía es la muerte. Por eso Xaver volvió a la guerra, que aún estaba lejos de terminar. pic.twitter.com/TTL1Bbx5VE
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Pocos meses antes, Rumanía había entrado en la Gran Guerra como aliada de Francia y Rusia. Transilvania se había convertido en escenario de cruentas batallas, especialmente en la frontera con la actual Hungría. pic.twitter.com/lFENxlPgZu
— Guillem Clua (@guillemclua) December 2, 2018
En esas trincheras volvió a luchar Xaver durante meses… hasta que ocurrió lo inevitable. pic.twitter.com/qLqa3jv0gs
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Es el certificado de defunción de Xaver Sumer. pic.twitter.com/duAB9gyL4c
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En él puedo leer claramente su nombre, su fecha de nacimiento (descubro que fue el 9 de febrero de 1893), la fecha de su muerte (26 de septiembre de 1917) y en el apartado de “observaciones”, una palabra que no presagia nada bueno: “öngyilkosság”. pic.twitter.com/TwhhMO0PQa
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“Öngyilkosság” significa suicidio. pic.twitter.com/xP5mue1NB2
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Xaver Sumer, incapaz de soportar el infierno en el que se había convertido su vida, rota su alma, vacío su futuro, se quitó la vida en una trinchera del frente húngaro.
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Tenía 24 años. pic.twitter.com/VOxlV6trCC
Fue enterrado en un cementerio militar a las afueras de Oradea (hoy provincia rumana de Crisana) con una sencilla cruz blanca de madera.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 2, 2018
Pero si se les enterró por separado ¿cómo acabaron juntos?
Hermann Balan, el amigo que descubrió la relación de Emil y Xaver en el instituto. Hermann Balan, el culpable de que Herr Muler mandara a su hijo a Munich para apartarlo para siempre de Xaver. pic.twitter.com/FLwaaAubrD
— Guillem Clua (@guillemclua) December 3, 2018
El amigo de la infancia de Emil y Xaver jamás se perdonó el dolor que había desencadenado con su indiscreción. El sentimiento de culpa por la inhumana muerte que ambos sufrieron lo acompañó toda la vida. pic.twitter.com/CZMT9UyGfd
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Pasaría una década antes de que pudiera empezar a redimirse. En 1928 Rumanía celebraba el décimo aniversario del armisticio y de la fundación del estado rumano con la anexión, entre otros territorios, de Transilvania (Sighisoara incluida). pic.twitter.com/EN2sJwg1AD
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Muchas ciudades decidieron construir memoriales para conmemorar la fecha y honrar a los soldados que perecieron en la contienda. El ayuntamiento de Sighisoara fue uno de ellos.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 3, 2018
Y el encargado de planearlo fue un alto funcionario que acababa de entrar en el consistorio llamado Hermann Balan.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 3, 2018
Y el encargado de planearlo fue un alto funcionario que acababa de entrar en el consistorio llamado Hermann Balan.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 3, 2018
No le costó demasiado obtener el permiso de exhumación del padre de Emil. Para el viejo oficial era un gran honor que su hijo descansara en un monumento nacional a los caídos. pic.twitter.com/oSoaI9yyCH
— Guillem Clua (@guillemclua) December 3, 2018
El 1 de diciembre, Día Nacional de Rumanía, se inauguró el memorial en una ceremonia civil. Media ciudad acudió para honrar a sus muertos de nuevo, con Herr Muler a la cabeza, ataviado para la ocasión con todas sus medallas. pic.twitter.com/Ysj7TGXLCt
— Guillem Clua (@guillemclua) December 3, 2018
Lo que nadie podía esperar, y él menos que nadie, es que su hijo no estaría solo en esa tumba. pic.twitter.com/QVG0ecKwEe
— Guillem Clua (@guillemclua) December 3, 2018
Lo que nadie podía esperar, y él menos que nadie, es que su hijo no estaría solo en esa tumba. pic.twitter.com/QVG0ecKwEe
— Guillem Clua (@guillemclua) December 3, 2018
Como es lógico, mantuvo su plan en secreto para que nadie pudiera detenerle. Y se salió con la suya. pic.twitter.com/A1RKcYj3St
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Al verlo, Herr Muler entró en cólera y se enfrentó a Hermann a gritos delante de todo el mundo. ¿Cómo había sido capaz? ¿Cómo se atrevía a mancillar el honor de su familia de ese modo? El hombre estaba fuera de sí.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 3, 2018
Por eso Hermann lo tumbó de un puñetazo, como Xaver había hecho con él mismo diez años antes. pic.twitter.com/wvfCKHGPQQ
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Por eso Hermann lo tumbó de un puñetazo, como Xaver había hecho con él mismo diez años antes. pic.twitter.com/wvfCKHGPQQ
— Guillem Clua (@guillemclua) December 3, 2018
“Yo maté a mis mejores amigos mucho antes de que lo hiciera esa horrible guerra.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 3, 2018
Y usted fue cómplice de ello.
Todos lo fuisteis.”
Los vecinos de Sighisoara agacharon la cabeza avergonzados ante las palabras de Hermann:
— Guillem Clua (@guillemclua) December 3, 2018
“es hora de permitirles descansar en paz de una vez, juntos, como tendrían que haber vivido y como héroes de algo mucho más valioso que una guerra.”
Y así ha sido hasta hoy.
— Guillem Clua (@guillemclua) December 3, 2018