Ya no hay vuelta atrás, el sorteo navideño de la Lotería abrió la puerta a la época más intensa y derrochadora de todo el año. Es como recibir carta blanca: podemos dar rienda suelta a nuestros impulsos sin que exista la obligación de sentirse culpables. Comer como si fuera a acabarse el mundo mañana, volver a comer porque no se acabó el mundo, pasar una y otra vez la tarjeta para comprar toneladas de regalos que terminarán en Wallapop... En fin, que la Navidad y excesos son todo uno, igual que las familias. Al fin y al cabo todos nos reuniremos en una casa, en torno a una mesa y, con casi toda seguridad, acabaremos rodeados de alguna discusión.
Dado que las familias no suelen reunirse más que en las fechas señaladas, y que las fechas principales son justo las que están a la vuelta de la esquina, todos guardamos decenas de historias y de anécdotas que compartiremos en los primeros compases de cada comida. Todo empieza bien, felicitando la Navidad, dando gracias por los regalos, condecorando a los anfitriones por poner su casa al servicio de la familia así como por todas las horas de preparación que necesita la comida que se servirá en cantidades industriales. Pero no falla, tarde o temprano habrá una frase que desencadenará el Apocalipsis.
Cada familia tiene unos temas tabú que procura no tratar ya que basta que alguien se vaya de la lengua para que estalle la Tercera Guerra Mundial. Invadir Polonia es un chiste al lado del hijo que recupera la anécdota con la que siempre discute con sus hermanos; o ese cuñado que intenta ser simpático y termina resguardándose bajo el paraguas que le brinda su pareja ante el ataque del resto de la familia.
¿Cuáles son las frases de las que hay que abstenerse en Navidad? Nosotros hemos reunido diez de las más polémicas. Porque dan pie a discusiones, porque están fuera de lugar o porque, simplemente, va siendo hora de deshacerse de ellas. A ver si coincides.
"¿A vosotros tampoco os ha tocado nada en la lotería?
Es una de las preguntas típicas en Nochebuena, igual que hablar del tiempo cuando dos vecinos se cruzan en el ascensor. Pese a que su utilidad para romper el hielo es indudable, lo cierto es que carece de sentido. Porque, si a alguien de la familia le hubiera tocado la Lotería, seguro que estaba en Hawaii antes que sentado a la mesa. Y en el caso de que alguien fuese repentinamente millonario seguro que tampoco lo diría, no vaya a ser que tuviese que llevarse a toda la familia a Hawaii. Así que lo mejor es obviar la lotería: dejemos que cicatricen las decepciones.
"¿A quién votaréis en las próximas elecciones?"
Igual que nadie fuma mientras manipula pólvora, lo más sensato es evitar los temas políticos cuando estamos sentados a la mesa. Es una tentación y seguro que tarde o temprano cae, pero hay que evitarlo: lo de "Tengamos la fiesta en paz" es por algo.
"Ay que ver cómo está subiendo Vox..."
Que no hay que destapar la política, ya había quedado claro. Este es un tema que incendia cualquier tertulia, sobre todo cuando la discusión está regada con alcohol. Así que, por más que sea como el chiste de Pamplona y los polvorones ya que tarde o temprano saldrá, lo mejor es que todos los comensales lo eviten en la medida de lo posible.
"A mi madre le sale mejor el asado"
La figura del cuñado se ha popularizado enormemente, sobre todo por convertirse en ese personaje más o menos sabelotodo que suele amenizar las sobremesas demostrando su sabiduría. Debemos sentir empatía por los cuñados porque son los extraños en la mesa, quienes van a lidiar con las miradas más inquisidoras. Pero si a alguno se le ocurre decir que su madre cocina mejor se habrá cavado su propia tumba. Y bien merecida.
"Pues yo me he quedado con hambre..."
Si después de los entremeses, un primer plato que parece un segundo, un segundo plato que alimentaría a una familia durante una semana, el postre, los turrones, los litros de vino y Cava, el café, los digestivos... aún te quedaste con hambre, no lo digas: corres el riesgo de que te traigan más de comer.
"A ver si nos vemos antes de la próxima Navidad..."
La tentación es muy fuerte, pero no hay que decirlo. Tampoco eso de "Nos vemos el año que viene" cuando nos despedimos en Navidad: son frases tan manidas que lo único que consiguen es rechazo. Mejor algo original, una despedida afectuosa. Y hacer el esfuerzo de verse sin que haya una fecha señalada de por medio.
"Pues en casa tengo unas botellas de vino de reserva"
Si mencionas algo así mientras pruebas el vino que te sirven no solo desprecias la botella recién abierta, también te obligarán a que el próximo día compartas tu bodega con la familia. Mejor no decir nada aunque sirvan Don Simón, por la cuenta que te trae.
"Ya abro yo esa botella de Cava"
Nunca te ofrezcas a abrir el Cava si no formas parte de los anfitriones, corres el riesgo de ser recordado como el que se cargó la lámpara, quien rompió la foto de los abuelos o el que estampó el corcho en la cara de tu suegro. Estas cosas no se olvidan, evita ser la anécdota que se cuente cada año.
"No tenías que haber cocinado tanto, si con unas pizzas nos apañamos"
Días pensando qué servir en Navidad, tiempo gastado en comprar cada uno de los ingredientes, horas en la cocina para que esté todo al máximo nivel... Y viene alguien y, al ver tanta comida, suelta la frase de que con unas pizzas ya era suficiente. Los cuchillos que se oirán en la cocina no serán para el asado.