La muerte puede ser hilarante y esta historia lo demuestra
En la Jungla. Pocas circunstancias se prestan más a la comedia que la tragedia más definitiva de todas. Y es que en ocasiones los humanos reaccionamos a la muerte de forma tremendamente cómica.
30 diciembre, 2018 20:17Dado su carácter inevitable y definitivo, lo de la muerte suele ser tratado como algo bastante trágico. Un día estás vivo como un mapache y al día siguiente estás inerte como una mesa camilla con gente llorando vestida de negro repitiendo lo buena persona que eras y que siempre saludabas.
Sin embargo, el carácter inevitable y definitivo de la muerte también lo hace bastante gracioso. Nos pasamos toda la vida haciendo ver que no está ahí y, de golpe, cuando llega todo el mundo entra en pánico -bueno, todos menos el muerto, que está muerto-.
Decía Woody Allen -bueno, técnicamente lo decía un personaje imbécil de una película de Woody Allen- que la comedia es tragedia más distancia. Así, el tuitero @Ra_LA_me que recientemente ha triunfado con sus trágicómicos relatos sobre el colegio de sus hijos -con aventuras como la mascota del cole, el día que le suspendieron como padre o cuando le echaron del Whatsapp de padres- ha cambiado un poco su registro para explicar lo que ocurrió cuando murió su tía. William Faulkner se lo hubiera pasado pipa con este hilo:
Ya sé que no es muy navideño, pero me hace gracia contaros lo que pasó cuando se murió la tía abuela de mi mujer. Estamos hablando de la Cataluña profunda. La tieta que todos querían. Y le dio por morirse en casa de su hija, en otro pueblo.
— Eugenio d'Ors (@ra_LA_me) 30 de diciembre de 2018
"Ay el seguro, que esto no lo cubre".
"La tieta no está dormida, no respira". "¡Ay la tieta que se nos ha ido". Sentadica en el sofá viendo una telenovela. Un par de horas llevaría así. "Hay que llamar a una ambulancia". "Para qué si ya está muerta". "Pues no sé, algo habrá que hacer, no la vamos a dejar aquí".
— Eugenio d'Ors (@ra_LA_me) 30 de diciembre de 2018
Sus hijas llorando. Su sobrino manejando la situación: "No llaméis a nadie". Se hace el silencio. "Esto no entra en el seguro". Todos mirando al sobrino esperando una explicación. "El traslado. No entra". "No fotis, no será tan caro". "Caro o no, da igual, no entra".
— Eugenio d'Ors (@ra_LA_me) 30 de diciembre de 2018
"A ver si la vamos a tener que enterrar aquí". Una de las hijas deja de llorar en seco: "¡Aquí ni de broma! ¡Pero si no la tragan, en este pueblo!".
— Eugenio d'Ors (@ra_LA_me) 30 de diciembre de 2018
Pues qué hacemos. Murmullos. Silencios. Por fin alguien dice algo, el sobrino: "LA LLEVAMOS A SU CASA".
"Cómo la vamos a llevar a su...". "En mi coche. En el maletero". "Esto es un despropósito". Una de las hijas: "¿Y si se nos cae?". Otra hija: "No lo veo claro". Mi suegra: "Y cómo la llevamos hasta el coche". Atención, el sobrino: "LA ENROLLAMOS EN LA ALFOMBRA".
— Eugenio d'Ors (@ra_LA_me) 30 de diciembre de 2018
Otra vez lloros. "Ai la mare, pobreta". "Va, ayudadme". Pero es que la mujer ya estaba entrando en rigor mortis y se quería quedar sentada. Como pueden, la estiran sobre la alfombra. El sobrino con todo su peso no logra ponerle las rodillas rectas. "PUES SE QUEDA ASÍ".
— Eugenio d'Ors (@ra_LA_me) 30 de diciembre de 2018
Total, la enrollan con las rodillas medio dobladas. Entre cuatro la bajan por las escaleras de la casa, un piso que se hace eterno. Asoman los pies por debajo, todavía con las zapatillas puestas. Llegan al coche. La meten en el maletero.
— Eugenio d'Ors (@ra_LA_me) 30 de diciembre de 2018
NO CIERRA 😱
Con las rodillas dobladas no cierra. Se intenta varias veces pero no hay manera. De nuevo el sobrino: "PUES SENTADA DETRÁS". Con una persona a cada lado para que no venza.
— Eugenio d'Ors (@ra_LA_me) 30 de diciembre de 2018
A los que estéis flipando os digo que esto es real. Pasó hace unos treinta años, pero es real.
Pues arrancan y a los pocos kilómetros una patrulla de la Guardia Civil en el arcén. Son esos momentos en los que piensas: estábamos predestinados a que pasara esto, es un castigo. Cuando el sobrino narra esta parte, se le entrecorta la voz. Dice que en su vida pasó tanto miedo.
— Eugenio d'Ors (@ra_LA_me) 30 de diciembre de 2018
Milagrosamente no dan el alto. Pasan poco a poco. Los del coche mirando a los agentes. Los agentes mirando y viendo en la parte de atrás a dos pasajeros con una alfombra en medio. Todo muy normal, les faltó saludar con la manita.
— Eugenio d'Ors (@ra_LA_me) 30 de diciembre de 2018
Pasa el peligro. Llegan a casa de la tieta.
Una vez allí, la bajan del coche, la suben a su casa y la ponen en la cama; las hijas, que llegan en otro coche, la adecentan como pueden, y finalmente llaman al médico del pueblo.
— Eugenio d'Ors (@ra_LA_me) 30 de diciembre de 2018
Llega el médico. La mira. La observa. Le toca un brazo, la cara, le mira los ojos. "¿Cuándo decís que se ha muerto?". "No sé doctor, nos la hemos encontrado así". "Es que esta mujer lleva mínimo cinco horas muerta, oigan". "YA LE DIGO QUE NOS LA HEMOS ENCONTRADO ASÍ". El sobrino.
— Eugenio d'Ors (@ra_LA_me) 30 de diciembre de 2018
Total, el médico certifica la muerte y por fin el sobrino puede llamar a la compañía de seguros, orgulloso de haberse podido ahorrar unas diez mil pesetas.
— Eugenio d'Ors (@ra_LA_me) 30 de diciembre de 2018
Pues esta es la historia de la muerte de la tieta. Que no veáis la herencia. Pero eso es otro hilo 🤣🤣
¡Feliz año!