La siguiente historia es digna de película de sobremesa en Antena 3 como poco. Su protagonista es Jessica Share, una mujer estadounidense que acudió a un banco de esperma para poder tener hijos con la que entonces era su mujer. Las dos eligieron cuidadosamente la muestra teniendo en cuenta su historial médico, su afición por el deporte y la literatura, y su trabajo como taxista. Obviamente nunca supieron su nombre ni tampoco vieron su fotografía.
Fruto de esa inseminación nació en 2005 su primera hija, Alice, un bebé sano y precioso que supuso para Jessica "una experiencia fascinante, un experimento de ciencia en casa que me tomé en serio", aseguró a la BBC. Tanto les gustó la maternidad que decidieron recurrir al mismo método y al mismo donante para engrendar a su segunda hija, que vino al mundo año y medio más tarde desde el vientre de su esposa.
Sin embargo, tres años más tarde la relación se rompió y cada hermana se fue con una de sus madres. Alice, que se quedó con Jessica, empezó a indagar sobre la identidad de su padre y con 11 años pidió por Navidad un kit de pruebas de ADN. Se hizo el test y, después de ocho semanas, supo que su progenitor biológico se llamaba Aaron Long.
67 hijos repartidos por el mundo
"Mi exmujer fue muy hostil para dejar que nuestras hijas conocieran a su padre, creía que el amor venía de la familia y yo estuve de acuerdo", explica Jessica que, ante la petición de su hija, cambió de opinión y comenzó a buscarlo por las redes sociales. Así, finalmente dio con un hombre en Facebook que era igual a Alice y se puso en contacto con él.
Él accedió a conocer a las jóvenes y, obviamente, también a sus madres. Pero la sorpresa llegó cuando Jessica y Aaron se vieron y sintieron una fuerte atracción mutua. Ahora viven juntos en Seattle con otra de las hijas biológicas de él. Y es que, ojo con el hombre. En el documental Forty Dollars a Pop confesó que había donado esperma dos veces por semana durante un año y que estima que pudo haber engendrado hasta 67 bebés.Tiembla, Julio Iglesias.