Cuando pensamos en piratas, lo primero que se nos viene a la cabeza es Jack Sparrow y el Capitán Garfio, y luego ya si eso personajes reales como Barbanegra o Calicó Jack. Sin embargo quizá la que más éxito tuvo en el negocio fue Ching Shih, quien durante cerca de una década controló el mar del sur de China.
Nacida en la provincia de Catón algún día de 1775, Ching Shih -el nombre con el que se le conoce más, aunque usó otros nombres a lo largo de su vida, como Shih Yang o Cheng I Sao- vivió sus primeros años del robo y del engaño. Cuando creció pasó a trabajar en un burdel flotante, donde su vida cambiaría para siempre en 1801. Ese año conoció a Zheng Yi, el pirata que lideraba la temida Flota de la Bandera Roja, que contaba con cerca de 200 barcos -eso sí, la gran mayoría de tamaño pequeño-.
Del burdel a capitanear con una flota
Hay dos versiones de cómo nació ese matrimonio. La primera es que el corsario, tras pasar una o varias noches con ella, acabó pidiéndole matrimonio. La otra, que es bastante menos romántica, es que él y sus hombres asaltaron el burdel y ella fue la parte que se quedó del botín.
Sea como fuere, como mujer de Zheng Yi tenía los mismos derechos que cualquier otro miembro de la flota. Y pronto su gran capacidad estratégica y su instinto político pronto dieron sus frutos y en 1807 la pareja comandaba a medias una flota de casi 700 barcos, una de las más numerosas del mundo, y tenía 1500 hombres. Ese año su vida dio un nuevo giro, quedándose viuda. De nuevo, hay dos versiones bastante diferentes sobre cómo murió su marido: la más popular apunta a que su barco se vio envuelto en un tifón y se hundió. Otras a que se vio envuelto en una revolución en Vietnam, e incluso hay quien apunta a su hijo adoptivo Cheung Po Tsai.
Cheung Po Tsai fue capturado por la Bandera Roja en 1798 cuando tenía 15 años, y su talento natural hizo que ascendiera rápidamente en los rangos piratas, hasta captar la atención de Zheng Yi y de Ching Shih, quienes lo adoptaron como un hijo.
Matrimonio con su hijo adoptivo
No tardó la pirata en maniobrar para asentar su liderazgo, y lo primero que hizo fue, precisamente, casarse con su hijo adoptivo al estilo Woody Allen, a quien nombró líder de sus tropas. De esta forma, además de aprovechar el talento del chico, se aseguró que sus hombres se sentían liderados por el heredero de Zheng Yi.
Juntos no solo dominaron el mar del sur de China, también sus costas, y sus espías se infiltraron en la misma corte del emperador, e impuso un sistema de impuestos en el que, básicamente, los pueblos pagaban para no ser arrasados. Y es que sus visitas podían ser especialmente contundentes, llegando en una ocasión a matar a 80 hombres y capturando a todas las mujeres.
El imperio de la bandera roja
Sus territorios se regían con un código muy estricto: si alguien violaba a una prisionera, se le cortaba la cabeza y se tiraba su cuerpo al mar. Si alguien tenía sexo consentido con una prisionera en horas de trabajo, se le cortaba la cabeza y se tiraba su cuerpo al mar. Si alguien robaba del tesoro común, se le cortaba la cabeza y se tiraba su cuerpo al mar. Si alguien trataba de desertar, se le cortaban las orejas.
Su poder fue tal que el Emperador Guangxu reunió una flota con la única intención de acabar con el reino de Ching Shih… y fracasó estrepitosamente. No solo fueron derrotados, sino que los piratas lograron abordar y tomar algunas de las naves imperiales, cuyos hombres se unieron a los corsarios, algo normal teniendo en cuenta que su alternativa era ser clavados a la cubierta y decapitados.
Ante el fiasco, el Emperador recurrió a una nueva estrategia: ofrecer una amnistía a los piratas y a pagar cazarrecompensas, a otros piratas y a las armadas británica, portuguesa y holandesa para que les “animasen” a aceptar. Sin embargo, se encontró con una respuesta negativa. No solo eso, Ching Shih también derrotó todo lo que le enviaban.
Una jubilación entre la aristocracia
Pero es imposible resistir a todo el mundo tú solo, y en enero de 1810 la Flota de la Bandera Roja sufrió varias derrotas a mano de los portugueses, en una de las cuales -la batalla de la Boca del Tigre- Cheung Po Tsai fue capturado y recibido con honores por el Almirante que lo derrotó. Ching Shih supo ver que era el momento de negociar mientras todavía tenía la sartén por el mango.
Así, se presentó en el Gobierno de Catón y negoció un acuerdo en el que salía bastante favorecida: ella y todos los miembros de su flota recibirían una amnistía completa, podrían mantener sus pertenencias y los hombres que tuvieran menos recursos recibirían una ayuda para iniciar su nueva vida. Además, Cheung Po recibió un puesto de oficial en la armada china. Recibió 30 naves y se le permitió mantener 30 naves privadas y durante años trabajó para el gobierno persiguiendo otros piratas.
Ching Shih se casó con su hijo adoptivo de forma oficial con el gobernador de Catón como testigo y en 1813 tuvieron el primer de sus cuatro hijos. Ella usó su botín para abrir una casa de apuestas y vivió varios años entre la aristocracia de la ciudad.
Su marido murió en el mar en 1822, momento en el que ella decidió mudarse a Macao donde regentó un burdel además de comercial con sal. Cuando en 1839 explotó la Guerra del Opio con los británicos, la armada china recurrió a ella como consejera. Finalmente murió en paz en 1844 a la edad de 69 años.