Si un viajero del tiempo nos hubiese avisado hace un par de décadas de que pronto habría demasiado sexo en nuestras vidas, hubiésemos pensado que sería el último de nuestros problemas. Pero es cierto: la avalancha de pornografía digital de fácil y rápido acceso a través de los dispositivos móviles ha alterado nuestros hábitos de vida e incluso nuestra sexualidad, según expertos.
El porno online es un negocio ímprobo, como atestigua la mayor web del sector, Pornhub, con más de 100 mil millones de reproducciones al año. Y no hace falta estar dotado de forma privilegiada por la naturaleza como Jordi, nuestro récordman patrio en la materia, para vivir del porno. Estas webs monetizan el porno casero, los vídeos que graban parejas en sus propios domicilios o las camgirls que entretienen en directo.
Es, sin embargo, un entorno enormemente competitivo: quien quiera conseguir una buena audiencia y los ingresos que conlleva debe trabajar duro. Esto implica desde especializarse en fetiches concretos a llevar a cabo prácticas extremas que no siempre tienen en cuenta la integridad física. Contra todo esto es lo que se rebela Ryan Creamer, que ha conseguido a la chita callando cientos de miles de seguidores en el paraíso del porno con vídeos que no ofrecen sexo, solo amabilidad y consideración.
Todo empezó el pasado octubre, explica este cómico estadounidense de 26 años a Buzzfeed, mientra visitaba Pornhub por motivos... personales. Entre listas y pantallazos de primeros planos acrobáticos descubrió un botón para 'trabajar' con la web. "Cliqué y leí que cualquiera puede conseguir una cuenta verificada. Mandas una foto de tu cara con un papel con tu nombre escrito y en cuanto han comprobado que eres quien dices ser, ya puedes subir tu primer vídeo".
Pero Ryan no tenía intención de contribuir a la avalancha de MILFs, tríos y maduras: su primer vídeo, titulado Te arropo después de que te corras, muestra a este pelirrojo simulando acostar cariñosamente al usuario después que se haya aliviado e incluso deposita un paternal beso en su frente. El siguiente contiene un mensaje empoderador: Te animo a que sigas buscando el vídeo correcto con el que correrte.
"No pretendía mandar ningún mensaje"- explica el joven. Pero lo cierto es que entre la sordidez descarnada de los vídeos hardcore empezó a recibir mensajes positivos apreciando su encantadora amabilidad. Así, Ryan ha seguido explorando interacciones como Te ofrezco agua (en caso de que haya entrado sed postcoital), Te doy un abrazo y te digo que lo he pasado realmente bien esta noche y Te doy mi chaqueta por si tienes frío.
Otra de sus líneas de actuación consiste en parodiar con cortesía rigurosamente asexual los géneros y temas del porno: los que explotan los tabúes (Yo, tu cuñado, declino tus avances pero me siento halagado), las recopilaciones de prácticas específicas (Compliación de besos en la frente en primera persona) e incluso se le ha podido ver desinfectando el "casting couch", el sofá protagonista involuntario de tantas escenas.
Ryan ha conseguido así una afición creciente. "Podría parecer que me estoy riendo de los profesionales del sexo, pero la realidad es que todo el mundo en la industria ha sido muy amable conmigo, y eso me hace sentir muy bien". También admite que sus amigos le han advertido de que, probablemente, algunos usuarios de Pornhub se estarán usando sus vídeos pese a todo para masturbarse.