Friends es la mejor serie del mundo. Eso es algo que no se puede discutir. Lo confirman los datos: Netflix ha pagado 100 millones de dólares por emitirla un año más y eso sólo puede significar que gusta mucho. Pero, en este caso, los números se quedan pequeños para explicar el fenómeno que representa esta serie de los noventa. Existen dos tipos de personas: los que dicen que no han visto Friends y reciben miradas asesinas y los que se dislocan el cuello cuando escuchan a esas personas.
24 años después, Friends sigue siendo un tema de conversación. Los millennials han llegado a acusarla de machista y homófoba pero, quién ha crecido con ella, ha podido ver a mujeres independientes y reconocidas en sus trabajos y a varios personajes homosexuales que no cumplen los típicos estereotipos. De hecho, muchas situaciones cómicas surgen de la estrechez de mente de quienes no entienden ciertos estilos de vida.
Se han aportado mil razones por las que Friends puede ser la mejor serie del mundo: que si la duración de los capítulos, que si la variedad de personajes, que si los cameos… Todos gozamos viendo a Bruce Willis torturar a Ross por salir con su hija universitaria pero, seamos sinceros, todos vemos Friends porque es la perfecta fusión entre los problemas y las fantasías de las personas de veintimuchos y treinta y pocos. Es decir, queremos ser ellos.
Y es que una vez terminada la fase estudiantil comienzan las responsabilidades y, con ellas, los pensamientos tipo: ¿cómo puedo pagar un piso, encontrar una pareja idónea y un trabajo en el que disfrute sin convertirme en un adulto gris por el camino? Friends dio en el clavo y, a continuación, se exponen una lista de razones por las que es la mejor serie de la Historia:
Porque vivir con todos tus amigos es tu sueño desde el colegio
Por mucho que nos guste la intimidad, la vida con amigos se vive mejor. En Friends había dos pisos principales que estaban, literalmente, uno enfrente del otro. Por un lado estaba el piso de Mónica: el piso ideal con una compañera de piso que cocina a las mil maravillas y que le encanta limpiar. Ya lo advertían: Mónica había heredado el piso, era técnicamente imposible encontrar un chollo como aquel en Nueva York. Ahora nos hacemos una idea en Madrid y en Barcelona…
El otro piso era el de los chicos. Más pequeño, con una de las puertas cortada por la mitad, un futbolín, la nevera llena de cervezas (ellos también abusaban de las dotes culinarias de Mónica). Sin embargo, todos recordamos la pizarrita pegada en la puerta con dibujos diferentes en cada capítulo, una figura de un galgo gigante con ruedas sobre la que montar.
Porque tú también has tenido un trabajo horrible
Aunque muchos lo intentemos, a veces hay que pasar por el aro y realizar un trabajo que nos permita pagar las facturas. Mónica tuvo que trabajar en el local más machista de la ciudad. Le cascaron una peluca rubia y unas tetas de corchopan enormes. Para más inri, cuando pedían una canción de los Village People tenía que subirse a la barra a bailar. Un cuadro. Mónica daba la clave entonces: para no ser un ser humano anodino hay que tomarse con humor cualquier situación.
Porque todos hemos cambiado desde el instituto
Sin duda, algunos de los momentos más memorables de la serie eran los flashbacks: Ross y Chandler llevaban unos peinados muy desaconsejables, Rachel no se había operado la nariz y Mónica tenía una fuerte adicción a los carbohidratos y a los bailes más frenéticos que rivalizan con los de Carlton Banks, de El Príncipe de Bel Air. Estos momentos nos recuerdan que aunque hay veces que nuestra existencia resulta ridícula, hubo un momento en el que lo fue más.
Porque tú también eres torpe con tus citas...
"Llevas mucho tiempo sin una cita". "¿Por qué no sales con nadie?". Estas preguntas también atormentaban a los personajes y, como siempre, hacían que la fastidiaran con sus citas. El momento que lo ilustra mejor es el capítulo de Ross y sus pantalones de cuero. Le hacen pasar tanto calor en mitad de una cita que necesita quitárselos un momento en el baño. El problema es que con el sudor ya no vuelven a subir y decide usar polvos de talco. Marchando una de vergüenza ajena.
...y tratando con niños
Suponemos que el día que seamos padres sabremos cómo hablar a un niño. Hasta entonces más nos vale taparnos la boca. Phoebe es, en esta situación, el personaje con el que mejor nos identificamos. La vimos llamarle de todo menos guapa a una máquina de comecocos delante del hijo de Ross y, sobre todo, la escuchamos cantar una de sus canciones en una clase de infantil sobre las abuelas: "Tus papás te dijeron que se fue a Perú. La verdad es que murió y algún día también lo harás tú".
Y porque todo lo que rodea sus vidas es fascinante
Joey y Chandler viven con un pato y con un pollo pululando por la casa. Phoebe tiene una hermana gemela que es actriz porno. Mónica y Ross son hermanos y sus padres los típicos que conseguirían avergonzar hasta a Leticia Sabater. Los hermanos, además, comparten una serie de coreografías a cada cual más ridícula. Rachel pasa de ser camarera a una importante trabajadora del sector de la moda, el oficio de sus sueños. Tenían un sofá siempre disponible en su cafetería favorita.
Sin embargo, lo mejor de todo es la relación de amistad que existe entre los seis. Han pasado por todas las situaciones: se han levantado parejas los unos a los otros, han olvidado entregar mensajes importantes y se han liado entre ellos. De todas formas, siempre están ahí, ya sea para apoyarse o para reírse los unos de los otros. La clave de Friends para no convertirse en un triste adulto es el humor. Reírnos de todo y de nosotros mismos.
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