La gente puede ser increíblemente maleducada en el cine. Hablando, respondiendo al teléfono, escribiendo WhatsApps más largos que el Quijote o comiendo palomitas como patos en un abrevadero. Pero "al menos" en el cine la gente solo molesta a los espectadores que tienen cerca, mientras que en el teatro puede ser mucho peor, afectando a los actores y alterando completamente la experiencia de la obra.
Guillem Clua, dramaturgo autor de La Golondrina -y que ya tuvo un gran éxito con el hilo sobre la tumba en la que están enterrados dos soldados- narró en Twitter una experiencia de estas que te llevan al borde del homicidio. Tuvo lugar el pasado viernes y él pudo ver pronto que la cosa no iba a ir bien:
"Me quise morir" explica Clua a EL ESPAÑOL. "Mi primer pensamiento fue para los actores. Esperaba que no lo hubieran oído, pero lógicamente se dieron cuenta porque la mujer gritaba mucho".
"Algo así descoloca a un actor de tal manera que es muy difícil que pueda seguir con la función en condiciones", cuenta. Llegó a temer "que la función se detuviera o incluso que se cancelara. Habría entendido perfectamente que pasara eso. Sé que en ese mismo teatro la semana anterior pasó algo similar con la Fedra de Lolita. Y en una ocasión el actor José María Pou interrumpió la función para dirigirse a una mujer que había respondido el móvil en platea. Pero el problema no es solo de Alcorcón. Ese comportamiento tiene lugar a lo largo y ancho de nuestra geografía, por desgracia".
"Estaban muy disgustados, porque tenían la sensación de que por culpa del incidente el resto de espectadores no pudo disfrutar de la obra como se merecían. Ese es el problema principal de esa clase de espectadores: estropean la experiencia de todos por su egoísmo, su mala educación y su falta de empatía".
Por desgracia este tipo de actitudes son más comunes de lo que deberían. "Gente gritando a los actores, entrando y saliendo del teatro sin contemplaciones, comiendo, respondiendo llamadas, consultando WhatsApps, hablando en voz alta, comiendo, tosiendo sin contemplaciones, llevando a bebés al teatro... Son tantas las faltas de respeto que he presenciado o que me cuentan los compañeros, que he perdido la cuenta. Es muy preocupante que haya espectadores (cada vez más) que se comportan como si estuvieran en el salón de su casa en un teatro".
¿Lo peor que le ha pasado? "En una ocasión una señora se levantó de su asiento y cruzó el escenario en plena representación de una obra mía para ir al baño. Y después volvió a hacer lo mismo para volver a su asiento. Los actores no daban crédito..."
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