Mimo, el gato que se queda quieto para que su dueña, enferma de párkinson, pueda acariciarle
En La Jungla. El vídeo de una enferma de Párkinson relacionándose con el gato de su hija se ha hecho viral estos días.
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Un gato negro jugando con la mano de una mujer a contraluz. De repente, el felino se queda como paralizado y la mano de ella sigue temblando en su búsqueda, hasta que logra acariciarle la pata. El vídeo, que seguramente hayas visto, se ha reproducido casi un millón de veces desde la cuenta de Twitter de su autora, soy sauce (@soysauuce), el seudónimo de Déborah en la red social.
Su madre, Txus, enferma de Párkinson desde hace casi 11 años, comparte protagonismo con su gato, Mimo, en unas imágenes que han logrado tocarle el corazón a miles de personas. "No pensaba que el vídeo fuera a ser viral, pero supongo que a la gente siempre le gusta poder empatizar, y los animales y la enfermedad siempre son cuestiones que suelen removernos por dentro", explica Déborah a EL ESPAÑOL.
Simplemente, asegura, le pareció emotivo y por eso lo compartió: "Sentí que había pasado algo especial". Para la tuitera, que trabaja con imágenes y escribe sobre ellas, "todo esto me ha parecido el colmo del 2.0. No sé cómo explicarlo, me parece curioso. Hay gente que puso el énfasis en el animal, otros en la enfermedad, otros me decían que habían visto a Dios en el vídeo, otros la belleza. Al final, en las imágenes vemos lo que deseamos ver, y en ese vídeo todos han visto algo".
"Es mucho más dócil con ella"
Ha recibido decenas de mensajes de todo tipo desde que su publicación en Twitter se popularizó. "Unos para hacer negocio y venderme aceites de marihuana (risas), otra mucha gente para hablarme de terapias alternativas, pero la mayoría me han mandado sus mejores deseos y han compartido sus experiencias en torno a la enfermedad", enumera. La fama ha llegado hasta tal punto que incluso las han parado por la calle: "Iba con mi madre y mi pareja por Vitoria y una mujer la saludó y le preguntó cómo estaba. La había reconocido del vídeo".
Las manos de mi madre tiemblan por el parkinson, siempre que intenta tocar a mimo él piensa que ella está jugando, por el movimiento rápido. Hoy al final mimo ha dejado la pata quieta para que ella pudiera cogersela. Se han dado la mano y la patita y me ha emocionado. pic.twitter.com/sJ83zD615X
— soy sauce (@soysauuce) 13 de marzo de 2019
Ella no se esperaba nada de esto pero espera que "sirva para visibilizar la enfermedad, conseguir más ayuda, pedir más inversión en investigación y agradecer la labor de la gente que cuida". En su caso, a Mirka, la cuidadora de su madre: "Y para reconocer y cuidar también a los familiares que, valga la redundancia, cuidan a los enfermos dependientes".
El tipo de Párkinson que le diagnosticaron a Txus cuando tenía 44 años es menos común y de inicio temprano, por eso, tal y como apunta Déborah, "acarrea otro tipo de problemas: tiene cero equilibrio, ya no camina sola, usa la silla de ruedas y casi no puede pronunciar palabras". Sin embargo, observa que "con Mimo tiene una relación especial, él es mucho más dócil con ella que con los demás".
"Con los animales se crean vínculos"
"Si para las personas que no tenemos ningún tipo de enfermedad ni problemas de movilidad estar en contacto con animales nos hace sentir bien, ¿por qué no había de ser así con los enfermos?". Así de clara se muestra la psicóloga Concha de Salazar Antón, que trabaja en la Asociación Párkinson Valencia, todo un referente en la aplicación de terapias asistidas por animales dentro de la Federación Española de Párkinson.
La entidad valenciana lleva unos ocho años poniendo en práctica el contacto asistido entre sus usuarios y animales de todo tipo. Los más comunes para terapia, los perros, pero también trabajan con caballos, pájaros e incluso cobayas en colaboración con ACAVAL. Insiste Concha en que las beneficiarias son personas con todo tipo de perfiles, desde aquellos que tienen más problemas de movilidad a los que siguen siendo autónomos e incluso trabajan.
"Para el tema emocional es una vía de trabajo instintiva y productiva en todas las esferas", asegura, recordando el caso concreto de una usuaria que "tenía un problema muy grave de motricidad y comunicación pero, como había tenido perro, cada vez que le llevábamos al perro de terapia se le minimizaba la rigidez, quería contactar con él y él con ella. Hay personas a las que no puedes levantarle un brazo y, cuando llegan los animales, lo hacen ellas de forma espontánea. Se crea un feedback entre ellos, un vínculo".
Sentimiento de protección
Conviene tener claro que una mascota no es un animal de terapia. Estos últimos reciben un adiestramiento para lograr determinados objetivos junto a un terapeuta profesional, como incide Concha, "están entrenados para forzar comportamientos en los pacientes". Sin embargo, la psicóloga insiste en que tener un animal de compañía siempre va a ser positivo para la autoestima, la movilidad y el ánimo de los enfermos.
"Primero, ellos tienen un sentimiento de protección hacia el animal y viceversa. Ese vínculo les hace mejorar su identidad. Se sienten útiles, que les necesita alguien. Las mascotas, además, como le pasa a Mimo, se adaptan a las circunstancias. Es muy común, por ejemplo, ver cómo los perros cambian de actitud cuando se acercan a una persona mayor: son menos enérgicos, se apartan para que no tropiecen, tienen cuidado".
La psicóloga, como Déborah, también confía en que el vídeo viral aporte visibilidad al "gran desconocido" que es el Párkinson: "Uno de los problemas es que se relaciona con pacientes mayores, pero la realidad es que nosotros tenemos usuarios con 20 y 30 años que han empezado con Párkinson juvenil, así que la investigación sigue siendo muy necesaria y estas terapias, alternativas a las habituales, mucho más útiles de lo que pensamos". Ojalá muchos más Mimos para todos.
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