El siglo XIX no fue precisamente el mejor de la historia de España, la gran enferma de Europa que veía como el imperio en el que no se ponía el sol se desintegraba. En 1844 todavía sufría las consecuencias de la primera de las tres Guerras Carlistas y se encaminaba hacia la segunda. Era un periodo de inestabilidad política y corrupción, con un grave problema de bandolerismo por las carreteras y caminos rurales.
Luchar contra estos bandoleros no era tarea sencilla. Tenían un gran conocimiento del terreno y en ocasiones incluso el apoyo de la población local -especialmente en Andalucía y Cataluña-, y muchos eran veteranos de la Guerra de Independencia y de la Carlista. Ante esta situación, el 28 de marzo de 1844 la reina Isabel II firmó un Real Decreto que acabaría en la creación de la Guardia Civil.
Aunque fue la reina quien firmó el decreto, la Guardia Civil se creó a instancias del ministro de la Gobernación, el marqués de Peñaflorida, y caía bajo las responsabilidades del ministro de la Guerra, Manuel de Mazarredo, encargándose su organización al duque de Ahumada, quien en ese momento tenía el cargo de inspector militar general. La idea era crear un cuerpo similar al de las gendarmerías de otros países europeos. El duque quería que este nuevo cuerpo estuviera basado en la calidad de sus miembros y no en la cantidad. "Servirán más y ofrecerán más garantías de orden 5.000 hombres buenos que 15.000, no malos, sino medianos que fueran”, decía.
Con esta idea, el 20 de abril presentó un informe con su idea de cómo debía ser la organización. A partir de este informe, el 13 de mayo se firmó un nuevo decreto que determinaba la naturaleza militar del cuerpo, que quedaba sujeto al Ministerio de la Guerra en cuanto a su organización, personal y disciplina, y el de Gobernación en lo que se refería a sus movimientos y servicios.
Entrada en servicio
Durante ese verano se realizó el reclutamiento de voluntarios y no sería hasta el 1 de septiembre cuando el cuerpo realizó su primera aparición, compuesto inicialmente por 14 tercios que incluían 14 jefes, 232 oficiales y 5.769 guardias, recuperando así las unidades del ejército en la etapa de los Austrias. Un total de 1.860 guardias realizaron un desfile en la Glorieta de Atocha frente a todo el gobierno. En esta primera aparición vestían con el característico tricornio que todavía hoy les define.
No sería hasta octubre de ese mismo año cuando el cuerpo entrara en servicio por primera vez. Lo hizo concretamente el día 10 con motivo del cumpleaños de la reina Isabel, que ese día pasaba a ser mayor de edad con 14 años. La Guardia Civil se encargó de la seguridad en el recorrido de la comitiva real desde el Palacio hasta las Cortes.
La Santa Hermandad: el gran antecedente
Curiosamente, el gran antecedente a la Guardia Civil fue instituida también por otra mujer llamada también Isabel. En 1476, Isabel la Católica unificó las distintas hermandades que en los últimos siglos habían ido apareciendo en los distintos reinos cristianos con la intención de buscar y perseguir a criminales. Era la Santa Hermandad, gente armada y pagada por los consejos municipales y que es hay quien la considera el primer cuerpo policial de Europa.
Su jurisdicción era de cinco leguas a la redonda alrededor de las localidades con más de 30 vecinos y estaban agrupados en cuadrillas de un jinete por cada cien vecinos y un soldado por cada 150. Actuaba sobre delitos como robos, asesinatos o incendios, y podía realizar juicios sumarísimos y aplicar la pena de forma inmediata. Su servicio se extendería hasta poco antes de la creación de la Guardia Civil. Fue disuelta en 1834, pasando sus funciones a la Superintendencia General de Policía creada en 1824.
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