Habrá quien crea que vivimos inmersos en la época de los titulares más locos de la historia. La dictadura del clickbait nos proporciona a diario un buen puñado de relatos grotescos en los que, de una manera u outra, acabamos picando. Sin embargo, basta con darse un paseo por las hemerotecas para comprobar que cualquier tiempo pasado no fue menos hilarante que el actual.
Javier Ochagavía se define a sí mismo como “hemerotecófilo” en su biografía de Twitter, una suerte de pequeña gran cajita de hojalata donde guarda, con mimo, recortes de periódicos y revistas españolas del último siglo. Retazos de un país que ya no es, pero que se nos parece bastante aunque, a simple vista, no nos demos cuenta. Él los archiva, los clasifica y los comparte en una red social que recibe estas píldoras informativas con los brazos abiertos.
Inmerso en el proceso de asimilar que en los próximos meses soplará 40 velas, este vecino de Logroño que rebusca en las hemerotecas cuando no está enfrascado en su trabajo como administrativo, atesora cachitos de historia desde su más tierna infancia: “Desde temprana edad he sentido la fascinación por papelajos y publicaciones antiguas, pero no recuerdo exactamente el punto inicial en el que la acumulación adoptó cierto orden y se transformó en colección”, admite a EL ESPAÑOL.
Miles de ejemplares fechados desde 1932
Ha sido, por lo tanto, “coleccionista durante muchos años sin tener conciencia de ello”, pero desde 2015 empezó a publicar sus descubrimientos en Twitter, donde suma 11.600 seguidores, y fue ahí cuando se dio cuenta de que su colección “cobraba algún sentido”. El punto de partida de su hazaña, que se contabiliza en más de 4.000 tuits, fue darse cuenta de que el material que tenía no existía en la Red: “Es cierto que existe un impresionante fondo de fotografías y documentación escrita y audiovisual sobre la cultura pop estadounidense, pero no podemos decir lo mismo sobre la cultura popular española del siglo XX”.
Desconoce el número exacto de las publicaciones que guarda -”tendré unos cuantos miles de revistas y periódicos, pero realmente no me apetece conocer el alcance exacto de mi fiebre acumuladora”, ironiza-, sin embargo, confiesa que no se obsesiona con completar su colección: “Si tuviese todo el material existente a mi disposición, arruinaría mi interés y diversión porque el coleccionista pervive por aquella pieza que todavía no ha hallado”.
La pieza más antigua que guarda es un ejemplar de la Estampa, un semanario gráfico que se editaba desde Madrid, fechado el 14 de mayo de 1932. Su casa es ahora un enorme archivo que le obliga a repartir las publicaciones entre la vivienda y el trastero “por razones de cierta salubridad”. Así, reconoce que “muchos no serán releídos y su almacenamiento puede volverse absurdo”. Aun con esas, lo de bajarlos al contenedor de reciclaje o donarlos no lo ve del todo claro porque “esas decisiones son tan complejas como dolorosas, así que el proceso de expurgo va lento”, dice con sorna.
Los titulares más locos
Le preguntamos por su titular favorito y, aunque no quiere mojarse eligiendo entre millones, nos destaca uno que, dice, “como mínimo es bastante curioso”: “Las ratas sobreviven a las explosiones atómicas y aun les quedan fuerzas para comerse las uñas de los pies de un geofísico”. Un título más que digno y actual para cualquier noticia de El Mundo Today...
Se trata, explica Ochagavía, de “una noticia suministrada en 1967 por la ya desaparecida agencia de prensa CIFRA a varios periódicos regionales que, a su vez, pertenecían a la red de diarios del Movimiento, y que informaba sobre los efectos producidos por los ensayos atómicos realizados por Inglaterra en territorio australiano a principios de los años 60”.
Entre los titulares que ha compartido, recuerda que una noticia protagonizada por El Fary fue de las que más se viralizó en su momento. “Es la secuencia completa del asalto -ficticio, aclaremos-, a la finca de El Fary que, en ese preciso instante, se encontraba leyendo en calma veraniega una novela de Stephen King. La trepidante escena acaba con un forcejeo entre ambos a la orilla de la piscina. Ya se había publicado en mil ocasiones la primera de las instantáneas, que mostraba al cantante en bañador disfrutando de la lectura, pero hasta ese momento permanecía inédita en Internet la fabulosa secuencia íntegra”, comenta.
Cree que este tipo de noticias no eran tan “delirantes” en el contexto de su época, pero vistas con nuestra perspectiva actual se vuelven muy locas “por el choque que nos produce con nuestra forma actual de ver las cosas”. Rescatar estos titulares supone un modo de calibrar lo que hemos cambiado, un indicador de los pasos que hemos dado como sociedad, de los que muchas de las veces no somos conscientes.
"Un buen ejemplo es una noticia fechada en el Bilbao de 1974. Un periodista de La Gaceta del Norte denunciaba el hecho de que unos hippies mantuvieran en un piso relaciones prematrimoniales. En la actualidad, estos detalles nos producen hilaridad o asombro, pero una segunda lectura, digamos histórica, revelaría la falta de libertades que se vivía en la sociedad de entonces”.
Lo políticamente incorrecto
El Javier Ochagavía de finales de 2015 no se imaginaba que, cuatro años después, habría miles de personas pendientes de sus publicaciones y lo explica con humildad, reconociendo que “mi pasión por el rescate es indudable, pero sin el interés de algunos medios por mi trabajo no habría sido posible llegar a tanta gente, ha superado de lejos todas mis expectativas iniciales”. Eso sí, deja claro que “lo haría igualmente si tuviera veinte seguidores, pero comprobar que hay una respuesta tan positiva es un acicate para seguir con este proyecto de ‘arqueología’ popular”.
Admite que no siempre puede dedicarle todo el tiempo que le gustaría, pero procura que no pase demasiado tiempo entre publicación y publicación. Le preguntamos por la receta de su éxito y responde analizando varios factores que, a su modo de ver, han forjado la popularidad de sus tuits. “En primer lugar, ha sido una labor ardua buscando y localizando noticias, reportajes o fotografías que fueran divertidas, estrambóticas o curiosas. Como seres humanos necesitados de humor, este material suele tener una respuesta favorable”.
También reseña que le han escrito varias personas trasladándole que sus recortes suponen una “reivindicación de un periodismo menos encorsetado y, posiblemente, con todas las puntualizaciones que se quieran hacer, tienen buena parte de razón”. Ahonda en ello explicando que “la expresión tan manida de ‘políticamente incorrecto’ tiene su sentido positivo cuando lo entendemos como un marco en el que poder desplegar nuestras ideas y opiniones sin tabús ni autocensura; pero abomino su uso cuando se emplea como excusa para vender ideas cavernarias”, zanja.
Nostalgia, la justa
¿Crees que la nostalgia entraría en la ecuación del éxito de tu trabajo?, preguntamos al experto que, antes de responder, avanza que su material “no admite una sola visión, sino que puede ser abordado desde múltiples perspectivas”. Él considera que este no es el motivo principal porque, recuerda, “muchos de los recortes son anteriores incluso a la fecha de nacimiento de buena parte de los seguidores”.
Reflexiona que la nostalgia “tiene algo de impostado porque funciona como un recuerdo distorsionado. Rememoramos como buena una época solo porque éramos más jóvenes. No soy ajeno a ella, pero no me interesa, salvo excepciones, la explotación de ese tipo de nostalgia” y cita a la profesora y escritora rusa Svetlana Boym, autora, entre otros, de El futuro de la nostalgia, para reivindicar que su colección no busca la vuelta a épocas pasadas.
“Es cierto que también existe una tendencia a la nostalgia por otras épocas y Boym establece ahí una distinción entre dos manifestaciones de la nostalgia: la restauradora y la reflexiva. La primera se apoya principalmente en desfiles, folclore y nacionalismo romántico porque busca el regreso de glorias pasadas; mientras que la nostalgia reflexiva autosublima ese pasado sin pretender restaurarlo. Funciona como ensoñación pero comprende que la pérdida es irrecuperable. Si en lo que hago existe un prisma nostálgico, estoy en el segundo bando”.
[Más información: Twitter mezcla los titulares-cebo con la historia y no podrás creer el resultado]