Podemos prever, sin miedo a equivocarnos, que durante la celebración del próximo Día del Orgullo Gay un fantasma sobrevolará España. No será un espectro, sin embargo, que siembre el terror, sino todo lo contrario. El icono que enarboló Vox en pleno 28-A para señalar que uno de sus enemigos a combatir era el colectivo LGTBi ha terminado por generar el efecto contrario y ya se ha convertido en todo un símbolo de diversidad y de escarnio contra el partido de extrema derecha.
La formación que lidera Santiago Abascal se había dejado llevar por el 'efecto Andalucía' y los cálculos a ojo de buen cubero que le otorgaban hasta 70 escaños en el Congreso de los Diputados. Finalmente irrumpen con 24 parlamentarios, pero el subidón de la jornada electoral, cuando todavía todas las posibilidades estaban abiertas, les animó a lanzar un beligerante mensaje en sus redes sociales que no pasó desapercibido:
El partido comprendió desde sus comienzos que tendrían que ser polémicos para hacerse un hueco en las cabeceras y usar sus redes sociales como punta de lanza de su mensaje radical. No se han cortado a la hora de usar memes ni compartir el contenido que generan sus propios seguidores, afianzando así una comunidad fiel de usuarios que les ayudan a agitar y a movilizar a sus votantes.
En mitad de esa euforia delirante en la que parece que todo vale, el fotograma de El Señor de los Anillos -por cuyo uso sin tener los derechos de propiedad ya les ha tirado de las orejas Warner Bros-, con un Aragorn presentando batalla a medios de comunicación, colectivos e ideologías que Vox considera partícipes de "la dictadura progre" se lanzó con la intención de que fuese un dardo pero finalmente ha tenido el efecto de un bumerán que les ha dado en la cara.
Gaysper, el fantasmita LGTBi
A la indignación y el asombro inicial en un día como el de las elecciones, cuando los partidos suelen limitarse a lanzar mensajes que animen a los ciudadanos a acudir a las urnas sin ni siquiera pedirles el voto, le siguió un fenómeno espontáneo que viene a demostrar, una vez más, que el humor es el arma más poderosa que podemos esgrimir.
Cuando los resultados confirmaban que la llegada de Vox era más tenue de lo que se esperaba, los tuiteros empezaron a mirar con ternura a aquel fantasmita con los colores de la bandera gay que el partido identificaba como su enemigo. Y se obró la magia:
En pocas horas el espíritu arcoiris ya tenía Twitter y había quien pedía incluso una película de animación de Gaysper, el nombre con el que lo han bautizado, derivado de la mezcla del nombre del fantasma animado Casper y la palabra 'gay':
Pronto supimos que el dibujo es el emoji del fantasma de Google Android 5.0 y que una diseñadora vende todo tipo de merchandising con ese diseño desde hace años. El fantasma que había nacido del odio y la homofobia se había convertido en todo un icono de orgullo por la diversidad sexual, con cientos de personas luciéndolo en sus avatares e, incluso, otorgándole los colores de banderas más específicas:
Gaysper en plató
Después de haber cobrado vida en las redes sociales, el fantasma gay ha dado el salto a la televisión, participando en la noche del miércoles en el programa LateMotiv de Andreu Buenafuente. Ha sido el periodista Roberto Enríquez, más conocido como Bop Pop, quien le ha puesto voz y ha conseguido el giro definitivo para que Gaysper se haya ganado un hueco en todas las celebraciones del Orgullo:
El triángulo rosa nazi 2.0
No es la primera vez y, nos tememos, tampoco será la última, que el colectivo LGTBi hace un alarde de inteligencia y sentido del humor para darle la vuelta a símbolos que inicialmente surgieron para señalarlos y discriminarlos. Es habitual, por ejemplo, que empleen cotidianamente términos como bollera o marica con total normalidad. Calificativos que surgieron de la homofobia y ahora son motivo de Orgullo, un fenómeno que se conoce con el nombre de reapropiación.
Se trata de un proceso cultural que no cesa, en el que se reclaman términos y símbolos que surgieron del odio para darles un giro de 180 grados. Uno de los ejemplos más recordados estos días, a raíz de la irrupción de Gaysper, ha sido el triángulo rosa invertido que los nazis empleaban para señalar a los homosexuales y que en los setenta se convirtió en un icono gay.
Los gays suponían un peligro para la raza aria porque no se reproducían, así que también fueron llevados a campos de exterminio. Se les cosía el triángulo rosa a su ropa para que todo el mundo supiera por qué estaban allí. Ese mismo símbolo se enarboló desde finales de los sesenta y hasta los años ochenta como iconografía del orgullo, de la lucha contra el SIDA e incluso de la memoria, protagonizando monumentos y espacios en Ámsterdam, San Francisco, Berlín, Sídney o Sitges. Quién sabe si dentro de algún tiempo podremos ver a Gaysper inmortalizado en las calles de algún municipio de nuestro país.
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