Nora es una joven gallega que vive en Madrid desde que hace casi cinco años se trasladó a la capital a hacer un máster de Periodismo. Desde entonces, aprovecha los puentes y las vacaciones para volver a su pueblo y combina el tren y el avión para dicho viajes. El problema: a todas las ventajas que tiene este último medio de transporte -sobre todo la rapidez- se le suma el mayor de los inconvenientes. Nora le tiene pánico a volar y ese miedo no se ha ido aminorando con los años, sino que se ha mantenido estable o incluso puede haber aumentado.
Por esta razón, no es extraño lo que le sucedió en el vuelo de Iberia que partió de Santiago de Compostela con destino Madrid este domingo a las 21.35 horas. Nora embarcó después de pasar unos plácidos días con su familia y amigos aprovechando el puente madrileño, pero las cosas se torcieron poco después de subir al avión: "Me dio un ataque de ansiedad, me puse a llorar y me tuvieron que llevar las azafatas a darme una tila porque me puse fatal", cuenta a este diario con la tranquilidad de alguien que ha vivido esa situación más de una vez.
Lo que no le había sucedido nunca a la joven, sin embargo, fue lo que le pasó a continuación. Sentada a su lado, una mujer muy amable le dijo: "Tú tranquila, que yo soy médico y si te pasa cualquier cosa yo te cuido". Ella, agradecida, pasó como pudo la escasa hora y cuarto que dura el vuelo hasta la capital. A su lado, la mujer le daba ánimos, hasta el punto que, al aterrizar, le cogió de la mano "supermaja" y le tranquilizó con el argumento definitivo: que ese vuelo era muy seguro, como le podía demostrar con su experiencia. "Yo viajo todas las semanas y nunca pasa nada. Cariño, de verdad, no te preocupes", le decía.
"Ya sabes la fama que tenemos"
Nora no podía estar más agradecida. Tanto, que cuando finalmente el avión aterrizó con éxito -como era de esperar- consideró oportuno preguntarle a la samaritana que le había salvado el viaje cómo era que viajaba tan a menudo a Madrid. "Se rió y me dijo como con vergüenza: "Mira, es que yo soy la presidenta del Congreso, fui ministra muchos años, de Fomento y de Sanidad", recuerda la joven que le dijo.
Es entonces cuando supo quién era la persona que le había hecho superar el trago amargo que siempre es volar para alguien con fobia a los aviones. "Era Ana Pastor y te juro que no la había reconocido", comenta Nora, que le pidió disculpas por ello.
"Me dijo: "Tranquila, mucho mejor; si los políticos ya sabes la fama que tenemos. A mí por lo menos me gusta ser buena persona, eso es lo importante", relata la joven comunicadora.
Sin perfil en Twitter ni en Instagram, está claro que a Nora la política le ganó para su causa. Aunque no revela si esta acción le dará un voto más al PP en las municipales de su pueblo -el voto es secreto con o sin miedo a volar-, hay algo que tiene muy claro: "Esta mujer es un encanto y así se lo dije, con mi máximo agradecimiento".
Ana Pastor estudió Medicina en la Universidad de Salamanca y, antes de dedicarse a la política, ejerció de médica de familia en las ciudades de Salamanca, Ferrol y Pontevedra.