La revisión por parte del Supremo de la sentencia de La Manada -los cinco agresores sexuales de los Sanfermines de 2016, en la que se concluye que el delito fue una violación y no un abuso sexual, elevando la pena hasta los 15 años de prisión, ha causado un enorme revuelo en las redes sociales.
La inmensa mayoría de las reacciones ha sido positiva, al reconocer la última instancia judicial que las circunstancias en las que se produjo el delito, con la víctima atrapada en una "ratonera" y rodeada de cinco hombres mayores que ella, equivale a la intimidación física que justifica el cargo de violación. Una minoría sigue creyendo en cambio la versión de que los cinco han sido injustamente acusados, con el líder andaluz de Vox, Francisco Serrano, como abanderado de la tesis.
En este ambiente, un hilo ha tenido una repercusión especialmente notable: el de Roberto Plaza, un tuitero que tuvo contacto directo con violadores mientras estudiaba un grado de Psicología. Durante sus prácticas, tuvo que entrevistar personalmente a un recluso que había violado a su novia.
Lo que perturbó al estudiante es que esta persona, con apariencia de "perfectamente normal", era incapaz de asumir que había cometido una violación cuando agredió a su novia porque quería mantener relaciones sexuales con ella. Su conclusión es que quienes hablan ahora de "desprotección de los hombres" tienen el mismo problema: para ellos, "el consentimiento es prescindible. El consenso ni les suena".
El relato también tuvo reacciones de todo tipo, especialmente el alegato final, que recibió no pocos aplausos:
Y también opiniones en contra:
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