Cuando Twitter nació en 2006 nadie podía prever en qué se convertiría esta red social con más de 500 millones de usuarios en todo el mundo. Aquella primera página de interacciones cortas ha ido evolucionando a lo largo de estos años e incorporando funcionalidades nuevas, como el famoso botón de retuit (RT), una innovación firmada por el desarrollador Chris Wetherell.
Ahora, lejos de sentirse orgulloso de su creación, este ingeniero se arrepiente profundamente y asegura que ponerla en marcha fue como "darle a un niño de 4 años un arma cargada". Lo ha reconocido esta misma semana en una entrevista con BuzzFeed News en la que Wetherell reflexiona sobre la dimensión que ha adquirido el botón.
Él ya había contribuido a crear la plataforma de Google Reader antes de unirse al equipo de Twitter en 2009, cuando los usuarios todavía tenían que copiar y pegar el texto del tuit que querían compartir. Aquellos maravillosos años en los que también comenzó a gestarse la idea de facilitar la tarea a los tuiteros.
¿Qué era lo que se estaba compartiendo?
Confiesa Wetherell en la misma entrevista que, durante el proceso, "solo dos o tres veces alguien hizo una pregunta más amplia e interesante" sobre lo que se estaba compartiendo, pero admite que "eso casi nunca se comentó".
Precisamente, la empresa norteamericana de investigación de mercado Pear Analytics analizó 2.000 tuits aleatorios en agosto de 2009 y estableció que un 40% del contenido era "cháchara sin sentido", un 38% conversaciones, un 9% contenido compartido, un 5% autopromoción, un 4% spam y otro 4% noticias. Cabe señalar que, los usos de Twitter en aquella época, poco se parecen a los actuales.
Cuando se estrenó el botón de retuit, el desarrollador se sorprendió de la efectividad de su uso para compartir información y señala que cumplió sobradamente las expectativas: "Tenía un multiplicador de fuerza que otras cosas no tenían, hablábamos de terremotos. Hablábamos sobre estas situaciones en las que había que responder rápidamente y mostramos dónde respondía bien la humanidad".
Facebook no tardó en copiar la función de compartir contenido y fue entonces cuando Wetherell empezó a darse cuenta de que había creado un monstruo.
Los peligros del RT
En concreto, el desarrollador recuerda un hecho que le impactó especialmente. Muchos tuiteros de extrema derecha comenzaron a hacer una campaña antifeminista en 2014. "Era muy fácil destrozar la reputación de alguien que no les gustaba", explica, añadiendo que "el retuit les ayudaba a difundir una imagen falsa de una persona mucho más rápido de lo que podían defenderse".
"Me di cuenta de que no se trataba de un pequeño subconjunto de personas que actuaban de esta forma. Esto podría tener que ver con cómo se comportan las personas. Y eso me dio mucho miedo", confiesa. Después de aquello, surgiría otro de los caballos de batalla: la propagación de informaciones falsas a la que Twitter todavía no ha conseguido plantar cara.
El CEO de la compañía, Jack Dorsey, sostiene que están trabajando para repensar "incentivos y ramificaciones" de todas las acciones, incluido el retuit; pero para Wetherell es demasiado tarde. Cree que solo incentivaría otros métodos de recompensa a los usuarios con más seguidores cuando la solución tendría que pasar, a su juicio, porque las redes moderen las audiencias enteras, eliminando las funciones en masa o limitando el número de retuits.
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