Salirse de la norma es un pecado mortal. Tener un aspecto distinto -que tu cuerpo no se parezca al del resto del rebaño- incomoda a la mayoría, que no duda en señalarte y hacerte partícipe de su desprecio. Ser gordo en un mundo de flacos es una pesadilla y ser gorda todavía más. ¿Dónde se ha visto que una mujer no se pasee por el mundo agradando a los demás en todos los aspectos de su vida?
Las mujeres cuyos físicos ni siquiera se aproximan a los cánones de belleza aceptados y promovidos por la sociedad caminan entre nosotros con una letra escarlata en el pecho y la cabeza baja. Cosas que nos parecen tan simples como sentarnos en la silla de un chiringuito, ir a comprar ropa, viajar en un avión o echar una carrera con nuestros hijos suelen tornarse en imposibles para ellas.
Ahora, todas ellas han sido partícipes de una catarsis colectiva gracias a un hilo de Twitter hilvanado por la traductora y escritora gallega Blanca Rodríguez. "Estoy gorda, llevo toda la vida siendo gorda", se presenta a EL ESPAÑOL al otro lado del teléfono, confesando que tiene el buzón de mensajes directos lleno y las notificaciones sin dejar de aparecer ni un instante. Quién se lo iba a decir.
Hace tan solo unos días, ella solo era una gorda más en un mundo que siempre le fue hostil, pero ahora se ha convertido en una especie de superheroína para el resto, una Campanilla derramando polvo de hadas para que los kilos pesen menos. Y, todo, por escribir este tuit sin más pretensiones que pasar un buen rato en la red social:
"Trabajo desde casa y no tengo compañeros, por eso las redes sociales suponen para mí una forma de hablar con gente durante mi jornada y desconectar en los ratos libres. Me dan vidilla. Llevo 10 años en Twitter y nunca fui una cuenta famosa -ahora sí he aumentado seguidores desde el hilo-; pero solía poner mucho eso de 'dame un fav y lo que sea', normalmente con temática feminista o friki, logrando unos 100. Así que ese día me dio por poner eso y la respuesta no me la esperaba ni remotamente", explica emocionada.
Esta "cosa loquísima", como la describe ella, le ha llevado a escribir más de 400 mensajes propios y compartidos conservando el anonimato de quienes le escriben por privado sus vivencias. Todo un "viaje interior a chorro abierto" que, en otro tiempo, "me costaría", admite. Sin embargo, ahora lo ha hecho porque, a fuerza de trabajársela, su autoestima ha empezado a aflorar y se quiere más. Por eso es capaz de contarnos, por ejemplo, qué cosas de la vida cotidiana le suponen un mundo:
"Una mujer joven lo peor que puede ser es gorda. Y ya, si es feminista...", bromea Blanca, ahondando en que la obesidad también supone un escollo en la vida laboral. "Yo soy cojonuda para la atención al público, pero da igual. No les importa que domine varios idiomas o que tenga don de gentes, en todos esos puestos de trabajo piden buena presencia y eso significa estar delgada".
Tampoco es tan obvio para la gente con cuerpos normativos la odisea emocional y económica en la que se embarca cada vez que necesita comprarse ropa nueva, probársela o, simplemente, elegir la adecuada para lo que va a hacer:
Todo ello, soportando un caminar entre jueces que te recuerdan a todas horas cómo es tu cuerpo y usan gorda como si fuera un insulto. "Cuando te dicen algo por la calle te quedas planchadísima y prefieres obviarlo antes que enfrentarlo", confiesa.
Y, por si fuera poco, su entorno puede que tampoco sea un lugar seguro:
Vamos, que el mundo parece estar gritándole siempre que solo poniéndose a dieta será una persona mejor:
"Cuando vas por ahí nunca sabes si te están mirando de verdad, si es auto odio o una paranoia tuya", sostiene Blanca, que también le ha puesto palabras a esos momentos de culpabilidad, complejos poderosos y delirios:
Además, ha publicado cientos de mensajes de todo tipo que le han llegado a su buzón privado:
"Sí quieren acostarse conmigo, pero que no se sepa"
Cuando Blanca lo dejó con el padre de su hija pensó que se le había acabado el sexo para siempre porque no le gustaría a ningún otro hombre. "Me hice un Tinder y descubrí que les da igual", sentencia. "Como me daba rabia, después de charlar un rato, les comentaba que era gorda, porque entiendo que no tiene por qué gustarles las gordas al igual que a mí no me gustan, por ejemplo, los tíos tontos", explica.
Muchos no se lo creían, pensaban que le sobraban "unos kilos", pero ella insistía: "Les parecía imposible porque me veían guapa, les gustaba mi conversación y se sentían atraídos por mí. Nunca se creían lo gorda que estoy". Solamente uno de ellos, al verla, no quiso seguir adelante, pero, lejos de contrariarla, "me hizo sentir bien porque fue honesto".
"¿Mi hija se avergonzará de mí?"
La hija de Blanca tiene 5 años y su madre teme que pueda desarrollar gordofobia porque "es una posibilidad real". "A mí me dice que soy guapísima, pero sí hemos tenido episodios con otras personas gordas. Intento explicarle que no se habla de los cuerpos de la gente, pero siento un miedo inevitable. A veces, de hecho, me pregunto: '¿Y si ahora consigo adelgazar y no vuelvo a engordar, recordará cómo estaba?'".
A base de "currarse" su autoestima, Blanca ha vuelto a sacarse fotos e incluso a llevar ropa ajustada y escotes, y a sentirse guapa. Admite que "tenemos cánones de belleza que se ciñen a la delgadez" y hace un par de décadas no era tan exagerado: "Las modelos de los noventa no entrarían en muchos de los vestidos de ahora", observa, añadiendo que "en los tíos los cánones son más laxos y no les imponen tanta presión".
Eso sí, ve que algo empieza a cambiar. Que mujeres gordas y personas con cuerpos no normativos están apareciendo cada vez más en videoclips, series, películas, cómics y otras manifestaciones artísticas. "Las redes sociales, además, son una plataforma de visibilización para la gente de todo tipo. Ha ayudado y se nota, pero no sé si se trata de una moda o si durará".
"Estoy gorda y no pasa nada"
Blanca nunca ha buscado "notoriedad" en la red, pero quizás haya tocado una tecla, sin pretenderlo, que sigue siendo muy tabú, consiguiendo algo muy necesario: "Me está escribiendo mucha gente para contarme sus experiencias y, sobre todo, darme las gracias. Y no solo mujeres, también chicos que dicen que ahora entienden mejor a sus novias".
Con miles de comentarios y mensajes, seguramente no tardaron en llegar las reacciones negativas, pero explica que "han sido dos mataos, el resto ha sido todo positivo". Eso sí, hubo quien quiso aprovechar el tirón para ligar con ella de forma muy invasiva, todo hay que decirlo. Reconoce que esto "se me va de las manos", pero afirma que "es lo mejor que me ha pasado en Twitter".
"Le he hecho bien a la gente creando un momento de comunión entre mucha gente jodida que creía que esas cosas solo le pasaban a ellos. Es cierto que ha abducido mi vida durante más tiempo del que creía, pero ha merecido la pena". Además, al resto, a los que tienen la suerte de tener un físico normativo, también les ha lanzado un mensaje simple e importante:
Y no, en serio, no pasa absolutamente nada. No te van a comer.
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