Pasada la una de la tarde del 9 de octubre de 1967 el soldado Mario Terán fusiló al Che Guevara con dos ráfagas de disparos. Ocurrió en La Higuera, Bolivia, por orden del presidente del país sudamericano, René Barrientos. Antes de apuntarle con su arma, el guerrillero le habría dicho al militar una frase que serviría después para agrandar su leyenda: "¡Póngase sereno y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!".
La figura del Che se ha convertido en todo un símbolo de la izquierda que, prácticamente obviando su participación en la lucha armada, considera que, en su caso, el fin justificaba los medios. Así, más de medio sigo después de su muerte, son muchos los que siguen recordándolo a través de las redes sociales y ensalzando al argentino como un héroe.
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y su homólogo en Izquierda Unida, Alberto Garzón, han cumplido con la tradición de cada 9 de octubre y ambos han dedicado un tuit este miércoles para recordar al Che y lamentar su muerte:
Aunque han contado con el respaldo de cientos de simpatizantes, sus mensajes se han topado con muchas más críticas que aplausos en Twitter, instando a ambos políticos a hacer memoria y recordar los "crímenes" que el Che cometió en nombre de la libertad de los pueblos en Latinoamérica:
¿El Che era homófobo?
Lo que más han repetido los críticos con los mensajes de Iglesias y Garzón es la supuesta "homofobia" de Ernesto Che Guevara. El periodista y escritor cubano exiliado en Francia, Jacobo Machover, es autor de La cara oculta del Che y uno de sus más conocidos detractores. Cuando se cumplieron 50 años de la muerte del guerrillero habló con la BBC para analizar que, según su visión, "sigue siendo un mito porque no se sabe toda la verdad".
Culpa a Fidel Castro y a los intelectuales europeos de "elevarlo a la categoría de ser perfecto" cuando, sostiene, "fue él quien creó el primer campo de trabajo en Cuba, que fue situado en la península de Guanahacabibes". Allí, bajo la denominación de Unidad Militar de Ayuda a la Producción (UMAP) fueron recluidos funcionarios, militantes del Partido Comunista "que no habían cumplido las normas" y otros colectivos obligados al trabajo forzado: "Homosexuales, católicos, adeptos a religiones afrocubanas...".
El autor asegura en la entrevista que no entiende "cómo los que han leído sus palabras o las han escuchado, sus citas de culto a la muerte, pueden seguir admirando al Che".
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