Arturo Pérez-Reverte ha estado juguetón durante el pasado fin de semana. Al escritor no le bastó con la polémica carta que compartió en la red social y quiso ver cómo ardía Twitter planteando una cuestión que generó miles de comentarios y críticas desde todos los flancos. Lo cierto es que el tema en cuestión, los estereotipos de género, podría generar disputas más que justificadas, pero en este caso el propósito de don Arturo fue perturbar al respetable.
Mientras la primera cuestión que planteaba sonaba medianamente seria, la segunda ya presagiaba que la única intención de Reverte era tomarle el pelo a los que iban a entrar como miuras a contestar su mensaje: "¿Convendría que en vez de José María un chico que llamara María José, y una chica en vez de llamarse Ana Rosa, se llamase Manolo?"
Más de 3.100 comentarios demuestran que fueron muchísimos los que cayeron en la trampa de Reverte y lo han hecho desde todo tipo de ideologías y condición:
No obstante, un puñado de seguidores cuestionaron lo que estaba haciendo don Arturo para descubrir su intención real:
Un día más tarde de haber prendido la mecha, Reverte compartió un artículo que había escrito sobre Alejandra, una mujer trans con la que coincidió una época en Madrid, como queriendo dejar claro que lo de "tránsfobo" no iba con él: "Aunque ella ejercía la prostitución, o precisamente la ejercía por ese motivo, en realidad ahorraba para operarse lo que la naturaleza, que a veces es tan hermosa como malvada, le había puesto de sobra".
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