Quien no haya caído nunca en un bulo que tire la primera piedra. Vivimos inmersos en la era de las fake news y aunque tengamos las alertas activadas parece inevitable que alguna vez nos la metan doblada, como le ha sucedido a nuestro amigo Arturo Pérez-Reverte. Y es que el escritor se ha dejado llevar más por sus ansias de polémica que por la obligación de verificarlo todo antes de dar siquiera un retuit.
Si son asiduos a seguir las perlas de Reverte a través de La Jungla —donde las hemos bautizado, cariñosamente, como reverteradas— sabrán que desde que estalló la estatuafobia a raíz de las protestas raciales en Estados Unidos está especialmente pendiente de las incoherencias que se pueden suceder, como las pintadas de "bastardo" en una efigie de Miguel de Cervantes.
En este contexto, don Arturo se topó en las redes sociales con una fotografía de la estatua que Alexander Fleming tiene en el perímetro de la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid, en cuyo pedestal le habrían pintado la palabra "asesino". Teniendo en cuenta que el hallazgo del científico escocés premiado con el Nobel —la penicilina—, salva vidas desde los años 30 del pasado siglo, la acusación no parecía muy lógica:
El tuit de Reverte, publicado pasados unos minutos de la medianoche del martes, generó enseguida una gran polémica e incluso varios medios se hicieron eco de la pintada dándola por cierta y actual. Sin embargo, mientras algunos de sus seguidores se echaron las manos a la cabeza como el escritor, otros le apuntaron que estaba cayendo en una información sesgada.
Y es que la fotografía no es actual, sino que está tomada en septiembre de 2015, y además está recortada de tal forma que no se llega a leer la "s" final del "asesinos". Y es que el calificativo no va por Fleming, sino por los toreros que erigieron la estatua:
Aun así, a sabiendas de que su tuit estaba contribuyendo a difundir un bulo, Reverte no lo ha borrado y se ha limitado en compartir la foto completa:
El conjunto escultórico de Las Ventas está formado por un busto del doctor Fleming y un torero frente a él ofreciéndole un brindis. Se inauguró en 1964 en honor y agradecimiento al científico por librar con su hallazgo a los diestros de las graves infecciones por heridas de asta de toro, como el tétanos o la gangrena, que a muchos les habían costado la vida hasta la llegada de los antibióticos.
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