El típico mono azul de currito, el buzo de obrero de toda la vida que llevaba tu abuelo, tu padre o tú mismo. El que se traía a casa, al menos, una vez por semana para que la lavadora intentase hacer su trabajo. El que cuelga de los tendales de los barrios obreros. El uniforme de los operarios, que suele costar entre los 15 y los 30 euros, ahora se ha convertido en una prenda fetiche que vende Ralph Lauren por 690 euros.
Se trata de la enésima frivolidad de la moda que puede camelar a sus seguidores más acérrimos, pero que ha provocado un rechazo unánime en el común de los mortales. Si bien es cierto que en las última temporadas los monos utility —que así los han bautizado para que parezcan más chic— se han subido a las pasarelas de la mano de Dior o Stella McCartney y se han esparcido por el mundo por culpa de las influencers, su popularidad no les suma ni un ápice de honestidad.
El de Ralph Laurent, que se llama mono con gotas de pintura, ahora está rebajado un 30% en su página web y solamente cuesta 483 euros. Dicen en su descripción que está "confeccionado en satén de algodón japonés con el forro visible. Bolsillos funcionales. Salpicaduras de pintura por toda la prenda". No obstante, por mucho que se hayan empeñado en venderlo como una prenda de culto, en Twitter tienen su propia opinión al respecto:
No obstante, entre las críticas y las mofas también ha habido lugar para los que han intentado explicar que la prenda no tiene nada que ver con la clase obrera, sino más bien con los monos de los artistas plásticos. Vamos, que se trataría de una oda a la estética cultural de personas de clases acomodadas:
Lo cierto es que no es la primera vez que una prenda absurda llama la atención, como ocurrió con las medias rotas de Gucci que costaban 140 euros o los pantalones manchados de verdín. A la moda también se le da bastante bien romantizar la precariedad y, por ejemplo, mostrar las últimas tendencias simulando que la modelo es rider:
Será difícil que un rider, con su sueldo, se pueda permitir alguna de estas prendas. Toda una paradoja.