Rebecca Solnit, en su acertadísimo ensayo Los hombres me explican cosas, desgrana el fenómeno conocido como mansplaining. Seguramente toda mujer lo ha vivido al menos una vez en su vida: hombres explicándoles cosas de forma condescendiente, asumiendo que saben más que ellas sobre cualquier temática, incluyendo aquellas en las que las mujeres son expertas. Se nos vienen a la cabeza, por ejemplo, esas conferencias que hablan de la menstruación, el aborto o el embarazo y todos los ponentes son hombres. O esta sobre mujeres matemáticas sin mujeres.
Poco o nada les importa a los hombres que hacen mansplaining el hecho de que ellos nunca han vivido ni vivirán en sus carnes un dolor menstrual o no tendrán el dilema de abortar y tampoco sabrán lo que es un parto. Su soberbia hace que la experiencia femenina sea irrelevante. De hecho, la propia Solnit cita en su texto una situación que ella misma vivió con un hombre empeñado en hablarle de un libro buenísimo que él había leído ignorando que ella era la autora.
Clarificado el concepto nos disponemos a desgranar el enésimo ejemplo que hemos padecido en las redes sociales. Esta vez nos llega en Twitter y viene desde el sur, concretamente de tierras andaluzas. El señor que explica cosas a las mujeres es Armando Segura Naya, un catedrático de Filosofía de la Universidad de Granada que, según su biografía, también se dedica a la investigación en Neuroantropología y Filosofía de la Matemática.
"Cállese, señoro"
El bueno de Armando, que ha debido de leer y de estudiar un montonazo sobre muchísimas cosas interesantísimas, ha pensado que las teorías que ha ido descubriendo y articulando le han dado la autoridad suficiente como para lanzarse a explicarles a las mujeres que no son madres que nunca van a ser felices. Que estarán cómodas, pero que se olviden de la felicidad si no hay maternidad:
No sabemos si el bueno de Armando se hacía una idea de la reacción que iba a suscitar su innecesario análisis, pero han sido miles las tuiteras que no han querido dejar pasar la oportunidad de recordarle al catedrático que nadie le había pedido su opinión:
Sigan a Armando para más teorías falocéntricas.