Desde este miércoles, hay señores tremendamente preocupados por la viabilidad de las empresas en las que trabajan mujeres menstruantes porque están convencidos de que todas ellas, mes sí y mes también, se cogerán una baja de tres días cuando les venga la regla y provocarán la bancarrota de su jefe. También están muy indignados porque creen que vamos a ser discriminadas a la hora de encontrar un puesto de trabajo. Antes, ahora, cuando ya lo somos si estamos en edad fértil y admitimos que queremos ser madres, no parecían tan preocupados.
Haber conocido esta semana algunas pinceladas del documento de la nueva Ley del aborto que se encuentra en la última fase de la negociación y que, previsiblemente, contará con el visto bueno del Consejo de Ministros el próximo martes 17 de mayo, ha provocado una tremenda reacción machista en las redes sociales y en las barras de los bares, que no dejan de ser dos cosas muy parecidas entre sí. El texto legal pone fin al consentimiento paterno a partir de los 16 años y mantiene la libre interrupción del embarazo hasta la semana 14 de gestación.
Pero los señoros, en su mayoría, no han puesto el grito en el cielo por esto ―que también, por supuesto―, sino porque una de las novedades es que se incluye el derecho a baja de tres días por reglas dolorosas derivadas de quistes, miomas o endometriosis. También se emilinará el IVA en los productos de higiene femenina, como compresas y tampones, y se obligará a los centros educativos a que garanticen el suministro de éstos a niñas y adolescentes. Se harán accesibles gratuitamente también a mujeres en riesgo de exclusión y a las que están en prisión.
"Menos llorar, señoros"
Algunas mujeres también han sido críticas con el texto, argumentando que se está patologizando la regla o deslizando la idea de que "las mujeres son de cristal", pero la inmensa mayoría ha aplaudido el nuevo derecho en ciernes que, por cierto, no es ni más ni menos que eso: una norma que reconoce una problemática generadora de situaciones de desequilibrio y que estará ahí para acogerse a ella en caso de necesidad, sin obligar a nadie a hacerlo, como todo.
Aunque el porcentaje de mujeres con dolores menstruales llega al 50% en nuestro país, no todas las molestias son incapacitantes. Sin embargo, este tipo de explicaciones le han dado igual a los miles de hombres que han opinado del tema como si tuviesen una gran experiencia a sus espaldas. Y es que, básicamente, su tesis da por hecho que este derecho a baja se usará para faltar al trabajo sin motivo, presuponiendo una irresponsabilidad laboral de serie a las féminas, cuando las bajas fraudulentas existen desde mucho antes.
Ante estas acusaciones que han proliferado, sobre todo en Twitter, algunos hombres han querido romper con el discurso de sus congéneres y han salido escaldados, cómo no. Ha sido el caso del líder de Más País, Iñigo Errejón, que ha puesto sobre la mesa una cuestión que lleva siendo objeto de debate y chascarrillos para el feminismo desde hace décadas:
Y también ha opinado en el mismo sentido el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, imaginándose un hipotético anuncio de tampones protagonizado por Carlos Sobera y Bertín Osborne, y pidiendo a los "señoros" que "lloren menos":
Como era previsible, además de los aplausos que se han llevado por parte del sector más amplio de las mujeres, tanto uno como otro ha recibido comentarios de hombres muy indignados con ellos:
Los argumentos son parecidos a los que usan contra las mujeres: el absentismo laboral y la vagancia. Habría que verlos a ellos con un cólico menstrual a ver cómo iban a la oficina.