El avance de las sociedades logra que aquello que hace años solo chirriaba a los ofendiditos acabe por ser motivo de cancelación en las redes sociales con el tiempo. Un ejemplo claro es el llamado complejo de salvador blanco que se traslada en las muchas fotos de famosos haciendo turismo en países en vías de desarrollo con las que intentan proyectar una imagen solidaria que, a fin de cuentas, no se corresponde con el nivel de implicación que han tenido en esas comunidades.
Ya en 2018, Dulceida pagó cara aquella imagen en la que salía junto a niños racializados diciendo que "una hora con ellos" no había sido suficiente, pero que se iba "feliz por haberlos hecho sonreír" tras haberles regalado unas gafas de sol. Las críticas provocaron que la influencer eliminase aquella fotografía. Más recientemente, fue Gloria Camila la que cometió el mismo error y se llevó de regalo el linchamiento de las redes.
En esta época vacacional, en la que muchos famosos han optado por países africanos, desde las ONGs han querido advertir del bochorno que supone esa conducta. No se trata de una actitud premeditada para hacer daño, sino más bien surgida del desconocimiento, pero que en todo caso termina alimentando estereotipos racistas. Los que vivimos con las necesidades básicas cubiertas y todo tipo de comodidades, tendemos a pensar falsamente que somos más avanzados y civilizados, generando en algunos de nosotros la idea de querer ayudar a estas personas.
Salvadores blancos de Instagram
Podríamos definir el llamado complejo de salvador blanco como el acto de proyectar una imagen de falsa acción social entre nuestros amigos y seguidores en las redes sociales, cuando en realidad solo buscamos su reconocimiento y no tenemos una implicación directa. Las personas que trabajan en estos países en pro de su desarrollo y la red de voluntariado formado se emplean a fondo con un proyecto concreto y unos objetivos, no van 15 días de vacaciones y se sacan decenas de fotografías con niños como si éstos formasen parte de un safari humano.
Los periodistas Juanma Castaño y Helena Condis han sido de los últimos en viajar al continente africano y tener este tipo de actitud. De hecho, después de las críticas recibidas en las redes sociales, han optado por borrar varias fotografías que se habían hecho con niños en Tanzania de sus perfiles de Instagram:
Pero, por supuesto, no han sido los únicos:
Esta proliferación de viajes de este tipo en la época de verano ha hecho saltar las alarmas de profesionales de la acción humanitaria y la cooperación, como es el caso de Júlia Codina, que ha estado integrada en equipos de varias organizaciones en países en vías de desarrollo y zonas de conflicto. Ella ha hilvanado un hilo en Twitter donde desarrolla el concepto de "volunturismo":
Considera Codina que con estas actitudes se está frivolizando el concepto de pobreza "y se difumina la diferencia entre caridad y solidaridad", señalando falsamente una "dependencia de los benefactores blancos" como "clave para sobrevivir". En este contexto, otro hilo se ha hecho viral este martes. Está firmado por Pablo Sánchez, que dirige la ONG The Health Impact, dedicada a trabajar en Líbano con familias refugiadas de Siria.
Él expone que lleva "varios días viendo este tipo de fotos y la vergüenza que siento es estratosférica", explicando que "irse a un país a miles de kilómetros durante un par de semanas para ayudar a la población y conocer su modo de vida no es voluntariado, es negocio". Cree que con estas actitudes "la pobreza se convierte en un atractivo turístico y los niños en 'algo con lo que hacerse fotos'" y su efecto es "devastador":
Sería importante entender que en estos países hay personas tan válidas y formadas como nosotros para implicarse en la mejora de sus condiciones de vida, y que sus tierras son ricas en recursos, pero su contexto histórico, sociopolítico y económico, que no deja precisamente en buen lugar a los occidentales, es un muro difícil de franquear que las organizaciones serias trabajan por derribar.