De vez en cuando Twitter nos brinda una historia bonita. Entre las tendencias diarias que señalan la metedura de pata de uno u otra, las críticas y los zascas, copadas casi siempre por la política, en ocasiones surge un tuit de la nada y logra miles de reacciones, como el de Javier Vargas. El suyo es un mensaje triste, pero a la vez hermoso, en una de esas combinaciones que suelen darse cuando se habla de la vida y la muerte.
Si pudiésemos hacer algo al respecto manipulando las leyes de la naturaleza, seguro que todos estaríamos dispuestos a impedir que nuestros padres fallecieran jóvenes, sin vernos crecer y forjar nuestras vidas. Los tendríamos al lado en cada paso vital importante: en las graduaciones, en nuestra boda, en el nacimiento de sus nietos. En los triunfos y en los fracasos, para que nos ayudasen a gestionar unos y otros, hasta que se despidiesen de nosotros viejitos, exhaustos por el viaje largo.
Sin embargo, la realidad es bien distinta para muchas personas que han perdido a padres y madres siendo apenas unos niños, como le sucedió a Javier. Él es un chico que reside en Colombia y cuya historia ha conseguido dar la vuelta al mundo y lograr que hasta los más duros de Twitter soltasen una lagrimita. Ha relatado en un tuit que el pasado viernes 29 de julio se graduó como médico y su madre tenía guardado para él un regalo muy especial:
Su padre, que falleció hace 25 años, dejó para él un reloj que su madre ha estado guardando todo este tiempo a la espera de su graduación. "Desde muy, muy lejano siempre cuidando de ti. Papá", se puede leer en la nota que ha recibido junto al regalo. Las reacciones van camino de las 200.000, rozando los 2.000 comentarios, superando los 8.000 retuits y los 168.000 me gusta. Entre las réplicas, no hay lugar a dudas:
Que sigan emocionando estas pequeñas grandes cosas sigue siendo importante.