Aunque por ser mainstream nacional a Abel Caballero se le considera el alcalde más friki de Galicia, lo cierto es que a menos de 100 kilómetros tiene a un colega que le supera con creces, pero su proyección es más local. Se trata del regidor ourensano, Gonzalo Pérez Jácome (Democracia Ourensana), del que ya hemos hablado otras veces en La Jungla por sus burlas a los periodistas, su empujón a una sindicalista o su consternación ante el robo del Niño Jesús del belén municipal.
En esta ocasión, Jácome regresa a estas páginas por el baño que se ha pegado para promocionar la reapertura de las termas públicas de A Chavasqueria y Muíño da Veiga, que han vuelto a funcionar este jueves después de estar cerradas desde la pandemia. El alcalde, que de tímido tiene poco, se enfundó el bañador, se puso unas chanclas y escogió el albornoz más ajado que tenía por casa para reinaugurar el espacio termal a lo grande después de tanto tiempo.
Al finalizar las restricciones por la pandemia entró en vigor una ley autonómica que exigía cambios en las instalaciones, por eso el alcalde aprovechó para cargar contra la Xunta de Galicia y la anterior concejala de Termalismo de la ciudad, la popular Flora Moure, a la que responsabilizó directamente de la prolongación de su cierre, cuando lo cierto es que tuvieron que ejecutarse diversas obras de acondicionamiento que demoraron la apertura hasta ahora:
Los periodistas ourensanos, después de más de tres años de Alcaldía y unos cuantos anteriores como concejal en la oposición, están curados de espanto con las ocurrencias de Pérez Jácome, pero ni siquiera eso les ha impedido esbozar una sonrisa con el espectáculo en las termas. Un show al que un tuitero con mucha maña le ha dado todavía un poco más de humor pasándolo por el filtro del NO-DO como si fuera el mismísimo Fraga en Palomares:
Las imágenes superan las 23.000 reproducciones y acaparan los aplausos en la red social. No obstante, para los despistados (o demasiado jóvenes), el audio está extraído de este capítulo del NO-DO en el que cuentan la visita de Manuel Fraga Iribarne, en 1966 ministro de Información y Turismo, a Palomares. Allí habían caído dos meses antes cuatro bombas termonucleares sin estallar por el accidente de dos aeronaves del Ejército de Estados Unidos, y el político junto al embajador estadounidense se quiso dar un baño para defender que las aguas no estaba contaminadas.