Marina Yers nos ha intentando convencer de que el agua deshidrata, que nos habían "lavado la cabeza con el Covid", de que era bueno vomitar para "sentirse mejor" y también de que una podía curarse del cáncer yendo hasta el Amazonas para someterse a un tratamiento de plantas, pero hasta ahora nunca antes había dejado de ser católica. La influencer, con más de 4,9 millones de seguidores en TikTok, afirma ahora que se está acercando a la religión musulmana y se ha atrevido a lucir el hiyab en uno de sus vídeos.
La joven de 23 años, que había llegado a llorar en un vídeo porque quería tatuarse la palabra Dios en el pecho, ahora comparte con sus jóvenes seguidores su conversión al Islam mientras promociona el libro que está escribiendo y los cuadros que pinta, alardeando de ser poco menos que una mujer del Renacimiento, pero en una versión con escasez de talento. Fue a principios del pasado mes de febrero cuando empezó a hablar de esta nueva religión que la había acogido en un momento complicado para ella porque había tenido "una mala experiencia en el amor".
Explicaba que había dejado un poco de lado las redes para desconectar y que había caído en sus manos un ejemplar del Corán, así que se había decidido a leerlo y había visto la luz, rezando cinco veces al día y afirmando que el texto había sido su "salvación". Después de esa primera confesión, Yers ha ido relatando su conversión y respondiendo a las preguntas que le formulan sus seguidores. Así, por ejemplo, ha confesado que tiene "muchas ganas" de hacer el Ramadán, pero que le da "miedo" hacerlo mal.
"Me pega con los ojos"
Hablando de la "verdad de la palabra de Dios", comentando versículos del Corán y facilitando su difusión, también ha llegado a decir entre risas que "desde que he dicho que estoy interesada en el Islam tengo varias propuestas de matrimonio". En este contexto, este jueves publicó un vídeo que ha eliminado después de sus redes, pero que ha sido rescatado por los tuiteros y se ha hecho viral. En él comparece con el velo, contando que normalmente se lo pone "para rezar, pero es la primera vez en público":
Explica la influencer, de un modo banal, que "me pega con el color de ojos" y asegura que se le ve la cara "brillante" y se percibe "bella, con luz propia", incidiendo en que ahora prefiere vestir de forma "más modesta" y sin enseñar "cacho", y pidiendo que se lean los textos sagrados antes de juzgarla. No sabemos si los tuiteros se han leído el Corán o no, pero sí se han burlado de la enésima excentricidad de la joven:
A ver qué nos depara el próximo capítulo de la surrealista vida de Marina Yers.