En las últimas semanas abundan en las redes sociales los relatos de jóvenes españoles que han salido a buscarse la vida fuera de España y cuentan sus peripecias, la mayoría excéntricas, en sus países de acogida. Enmarcada en esta nueva corriente viral, estos días se ha popularizado uno de los vídeos de Laia Merino, una joven con más de 9.000 seguidores en TikTok que está trabajando como camarera en Irlanda.
Fue la pasada semana cuando Laia usó la red social para desahogarse sobre lo que consideró un abuso por parte de sus jefes, al pedirle que tenía que entretener de alguna forma a los habituales: "No entiendo nada", comenzaba expresando. Asegurando que cada día mejora en el trabajo y también perfecciona el idioma, la joven afirma que no tiene ningún problema en cumplir con sus tareas e incluso "hacer los baños", pero no está dispuesta a hablar con los clientes que se acodan en la barra.
"Son personas muy mayores con las que no tengo nada que hablar", sostiene, explicando que primero su jefe y después su jefa se lo han trasladado, diciendo que es más importante charlar con ellos que recoger el local al finalizar la jornada. "¿Tengo que hablar con señores de 200 años, desdentados y que no entiendo lo que me dicen?", se pregunta la española, llegando a imitar sus poses y reiterando que ella no está en ese puesto de trabajo para conversar:
El aluvión de respuestas no se hizo esperar. En los comentarios al vídeo, los usuarios auguran que le queda poco en el trabajo si no cumple con las normas e incluso hay gente que trabaja en hostelería asegurando que también le pagan por ser amable. Pero para Laia Merino, que ha grabado un segundo tiktok sobre el tema, no han entendido bien sus palabras: "No es que no quiera hablar, ya hablo, atiendo las mesas, las cobro, las limpio", enumera.
La joven incide en que saluda a la clientela cuando llegan, les pregunta qué tal, pero no va a "dejar de recoger para ir a hablar porque no quiero y que no pretenda mi jefe que yo mantenga una conversación durante dos horas porque el bar esté vacío", añade, confesando que le "incomodan, a veces, un poquito" y abriendo así la puerta a que estos clientes realmente no están comportándose con ella de una forma correcta:
Todo un dilema.