La periodista Rosa Villacastín es un verso libre, al menos en las redes sociales. La veterana comunicadora y también escritora no se casa con nadie y dispara a diestro y siniestro sin importarle demasiado las críticas, que en Twitter abundan diga una lo que diga. Si además no se escogen las palabras con demasiado tacto, el aluvión de reacciones puede llevarte hasta el trending topic, como le ha ocurrido por el relato que ha hecho de la Gran Vía madrileña.
Una de las calles más famosas y transitadas de la capital, hace tiempo que cedió parte de su identidad en pro de las grandes multinacionales, como es el caso de Primark, que reina entre la ropa low cost. El establecimiento, que abrió en octubre de 2015, factura cerca de 2.000 millones y se ha convertido en una especie de centro de peregrinación, puesto que tanto los madrileños como los visitantes ―más incluso los segundos que los primeros― ceden a la tentación de perderse en esta megatienda.
Un complejo comercial que, sospechamos, no gusta demasiado a Rosa Villacastín. La periodista tuiteó el pasado sábado empezando por un contundente "qué espanto", para explicar que había ido por Gran Vía y llevaba tiempo sin pasar por allí. "Miles de personas dando vueltas, las aceras sucias", ha relatado, coronando su crítica con que la mayoría "de quienes llevan bolsas" son "de la tienda más barata":
"Que paren, que me bajo", ha añadido Villacastín, cuyo tuit ya supera un alcance de 2,2 millones de cuentas. Una viralidad que se ha traducido en un reguero de críticas que acusan a la periodista de ser una "clasista" y no querer cruzarte con "chusma ni con pobres". Estos son algunos de los comentarios que ha tenido que esquivar:
Villacastín ha querido defenderse de algunos, explicando que le entristece que "en Gran Vía hayan desaparecido las tiendas pequeñas, de moda, ante la imposibilidad de competir con las grandes marcas" y asegurando que ella aspira a una "ciudad donde puedas pasear, sentarte en una terraza a tomar algo, no un parque temático". Asimismo, ha matizado que no trataba de ser clasista: "No era mi intención, solo quería describir en lo que se ha convertido el centro de Madrid, no es el que vivió muchos años y por él ahora no se puede dar un paso".
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