Que un argentino se encuentre a Messi por sorpresa es lo más parecido a que tenga una visión divina y es lo que le ha pasado al protagonista de nuestra historia: un joven repartidor de 18 años que llevó unos churros a una casa sin saber que era la del futbolista. Ocurrió este pasado lunes en Funes, el barrio de Rosario donde se aloja con su familia en sus vacaciones adelantadas, después de que la Selección dispurata su segundo encuentro amistoso contra Indonesia.
A media tarde, según el relato que recoge el periódico La Nación, a los Messi se les antojaron unos churros y Antonela Roccuzzo, su mujer, llamó a La Churrería de Funes para pedirlos a domicilio. Después de varios intentos, porque el establecimiento estaba teniendo una gran demanda, consiguió hablar con Sofía, la encargada: "Registré el número y después le escribí, me pidió tres docenas y lo mandamos para Kentucky. No relacioné que eran ellos", ha explicado.
Tampoco lo sabía Juan Pablo, un hincha del Rosario Central de 18 años que fue a entregar el pedido y ahora es conocido en todo el mundo por su reacción. Explica su jefa que tardó casi 45 minutos en volver y "estaba casi temblando y llorando porque no podía creer lo que le había pasado. Nos dijo que Antonela fue quien lo atendió, que Mateo lo abrazó, y Leo lo saludó desde el fondo de la casa. No pudo tomarse una foto, pero se llevó ese recuerdo", dijo Sofía.
Ambos han estado rememorando minuto a minuto lo sucedido para saciar la sed de curiosidad de un país que idolatra a Lionel, sobre todo después de haber conseguido el Mundial. El joven Juan Pablo, constatando que había sido "el mejor día de mi vida, sigo sin poder creerlo; pienso en ese momento y se me vuelven las lágrimas", hizo lo que haría cualquier chaval de su edad después de haber entregado los churros en casa de Messi: decírselo a su madre.
El repartidor envió un audio que ahora ya es público y viral a su madre. Con el sonido del motor de la moto de reparto de fondo, se le escucha un "hola, ma, ¿qué tal? ¿Todo bien?" con la voz entrecortada de la emoción. "Estoy re emocionado", reconocía, contando que no se pudo sacar una foto porque había mucha policía y seguridad que no se lo permitieron: "Me atendió uno de los nenitos con la esposa y uno de los amigos".
"Vi a Messi a lo lejos y me saludó, y ahí me cargué a llorar de emoción", finaliza el audio de Juan Pablo, que nunca olvidará el reparto del lunes en la casa de Funes en la que estaba Dios.