¿Cómo se imaginaban en 1924 que sería el cine 100 años después, es decir, justo en 2024? Es el viaje que propone el tuitero Fernando de Córdoba a través de un hilo interesantísmo que ha publicado en su cuenta de X, donde ha rescatado una curiosa columna publicada en el diario asturiano "Región" por el literato francés René Hervouin.

"En 1924, el diario «Región» de Asturias publicó esta pieza de René Hervouin imaginando cómo sería el cine (y la sociedad) 100 años después, es decir, en 2024. ¿Echamos un vistazo para ver cómo imaginaban nuestra vida nuestros bisabuelos?", comienza preguntándose este consultor madrileño asiduo a compartir interesantes hilos en su perfil.

Lo primero que llama la atención de este impagable documento es la iluminación que hace un siglo nos vaticinaban. "El alumbrado de las grandes urbes se ha modificado totalmente. En lugar de las farolas molestas, de los arcos voltaicos, los tubos luminosos de mercurio corren a lo largo de las casas", barruntaba el francés.

Donde Hervouin sí que fue un absoluto visionario fue imaginando el papel de la prensa. "La prensa ha reducido su tiraje pero utiliza las películas de una manera tan interesante como inesperada. En las fachadas de los grandes diarios, y en una pantalla gigantesca, se desarrollan los últimos acontecimientos del mundo entero", acertó a predecir.

También predijo con asombrosa precisión la realidad de los cines y del consumo de películas en nuestro año. El literato intuía que, 100 años después de escribir su ya célebre artículo, cada vez habría menos salas destinadas "a la proyección de películas", ya que serían "sustituidas por el cinematógrafo del hogar".

Además, aspectos como la voluntad educativa de las películas, las subvenciones por parte de los estados, la aparición de las tiendas online o incluso el empleo de vídeos para conseguir pareja, como así hacen numerosos usuarios de aplicaciones móviles de citas, también son descritos en el artículo publicado en el diario asturiano con gran precisión.

En definitiva, el hilo publicado por Fernando de Córdoba es un magnífico ejemplo para comprobar de primera mano cómo hemos cambiado y cómo hemos gestionado como generación las expectativas depositadas en nosotros cien años atrás.