María Jubín ha sido “la mudita” de clase durante años en el colegio e instituto. Su trastorno en el habla le impedía articular palabras y frases de forma continua y sin repeticiones, algo que derivó en el mutismo y las mofas de los compañeros de clase. “Los profesores me colocaban al final de clase y encima me tachaban de vaga por no hablar”. Ya no queda casi nada de aquella alumna: sólo las ganas de seguir superándose ante las adversidades. Acaba de graduarse en en Administración y Gestión en el Proyecto CAMPVS, un proyecto en el que 29 alumnos con discapacidades intelectuales se han formado teórica y prácticamente para acceder al mercado laboral.

Campvs: educación para personas con discapacidad intelectual

El caso de Jubín es parecido al de su amiga María Fernández, quien en 4º de Primaria tuvo que vivir cómo el claustro de profesores de su colegio recomendaba a sus padres que la cambiasen de centro porque “con el resto de compañeros no iba a progresar”. Aislarla. Todo lo contrario a lo que ella quería. Ganas, responsabilidad e iniciativa. Estos tres ingredientes compusieron su receta particular del éxito: “Me saqué la Primaria y la Secundaria”.

Ahora, estas dos amigas y compañeras esperan la oportunidad para incorporarse a un puesto de trabajo, pese a sentirse doblemente discriminadas en el mercado laboral: por su discapacidad intelectual y por ser mujeres -y no necesariamente en este orden-. “Las empresas no saben lo que es tener una persona con discapacidad entre sus empleados. Piensas que no lo vamos a saber hacer o que les vamos a dar problemas”, explica Fernández.

Para romper esas barreras nació CAMPVS hace tres años.  Para dar respuesta a la necesidad de formar a jóvenes con alguna discapacidad intelectual que finalizan su formación reglada y quieren acceder a una formación superior con un mayor grado de competencia personal, social y profesional. “Trabajamos para que las oportunidades de empleo sean una realidad accesible a todos, respondiendo a las necesidades de la persona, el tejido social y empresarial”, explica la directora del proyecto María Orts.

María Orts, directora de Campvs Samuel de Román

“Cubrimos una necesidad que tiene el sistema tradicional que es que la formación para personas con discapacidad intelectual termina a los 18 años. Una vez finalizan esta etapa no pueden seguir formándose aunque quieran completar su formación para poder acceder a un trabajo”, analiza la responsable de CAMPVS.

PERFILES ADAPTADOS A LA DEMANDA LABORAL

El proyecto parte, según recuerda Orts, de la experiencia con la que cuenta la Fundación Carmen Pardo-Varcarce a nivel de formación y de empleo. También con el estudio realizado por sus responsables durante los últimos años desde el servicio de empleo de la Fundación. El objetivo: detectar cuáles son los perfiles profesionales más demandados.

“Cuando diseñamos el proyecto teníamos claras dos cosas: que la empresa se debía involucrar como sucede en cualquier universidad y los perfiles que se formarían tendrían una gran demanda en el mercado laboral”. Así, se perfilaron las especializaciones en Administración y Gestión, Comercio y Marketing y Hostelería y Turismo.

-¿Ha sido duras las clases?

-Sí (responden al unísono las dos alumnas). El segundo y tercer año más que el primero.

El proyecto formativo tiene una duración de 3 cursos académicos (95 créditos ECTS). El primero de ellos está basado en la movilización de los saberes y la adquisición de competencias, desde una gran variedad de situaciones, prácticas y aprendizajes. Incluye planes individuales de cada uno de los alumnos y evaluación funcional periódica de competencias y del potencial del estudiante.

María Fernández se ha especializado en administración y gestión Samuel de Román

El segundo año se centra en la formación especializada en el sector y perfil profesional deseado, utilizando como base la filosofía de la formación profesional dual, en la que la empresa se acerca al alumno como agente formativo. “Los perfiles responderán a la demanda del mercado laboral y a las vocaciones de nuestros alumnos”, analizan.

Por último, el tercer curso es “eminentemente aplicado”. Es entonces cuando se realizan prácticas en empresas ordinarias, guiadas y evaluadas por un preparador laboral.

ENTRENADOS EN VIDA INDEPENDIENTE

Aunque los estudios están orientados al empleo, los alumnos también trabajan habilidades y competencias transversales, entre ellas la aceptación de la discapacidad. “Si una persona acepta cuáles son sus virtudes y sus limitaciones tendrá mayor capacidad de incorporarse al mercado laboral manejando su propia realidad”, afirma Orts.

Además, el programa incluye un “entrenamiento en vida independiente”, porque según su directora, “hay que darles a los estudiantes el apoyo y la formación para que tenga una vida autónoma completa”.

Esta adaptación, laboral y personal, es también supervisada bajo la figura del mentor, ese enlace entre la academia y el mundo profesional. Ricardo Cendán, de AON, ha estado acompañado durante todo el proceso a un estudiante, del que cuenta cómo ha evolucionado en tres cursos de manera "espectacular". "De querer ser youtuber cuando llegó su primer día de clase, a ir a trabajar como si fuese un auténtico regalo". 

Este último punto es el único pendiente para muchos de ellos. Ahora se encuentran en la búsqueda activa de empleo. Algunos de forma independiente y otros ayudados por la Fundación, desde donde informan que ya hay varios contratos sobre la mesa para algunos de los estudiantes.