“Si te gustan las sesiones sin goma, las fiestas muy salvajes sin prisa y con tiazos buenorros, muy masculinos y más viciosos, escríbeme. Hacemos las orgías en una casa muy discreta, no hay límite de edad, sólo que te guste el morbo sin prisas”. Así se anuncia en un foro público de internet una sesión de chemsex, una práctica sexual, generalmente entre gays, que dura “horas o incluso días” -debido al consumo de drogas- y que se está instalando en España, especialmente en grandes ciudades como Madrid o Barcelona.
“El binomio compuesto por sexo y droga no es nada nuevo”, afirma el director de la ONG ‘Apoyo positivo’, Jorge Garrido, quien explica que lo que sí se empieza a asentar es un fenómeno diferente: el chemsex. En su opinión, tiene “ingredientes” novedosos respecto a las orgías tradicionales. Por ejemplo, la combinación de nuevas sustancias tóxicas, “más desconocidas en su uso y consecuencias”, como el GHB, la metanfetamina y la mefedrona, drogas que producen “efectos de desinhibición”.
“El chemsex supone el uso de una o más de esas tres drogas, combinadas de cualquier forma, para facilitar o mejorar la práctica sexual, con el posible consumo de otras sustancias”.
Los encuentros sexuales, según el experto, pueden llegar a prolongarse varios días. En ellos, los participantes apenas tienen necesidad de comer o dormir. “El componente de desinhibición sexual que producen las drogas facilita la práctica de sexo más extremo durante más tiempo y con más de una persona, con una alteración de riesgo de contraer una ITS, como el VIH o la hepatitis”. Es más, la forma de administración de algunas drogas “ocasiona el intercambio de jeringuillas, aumentando más el riesgo”.
El GHB, las metanfetaminas y medefrona son sustancias que, según los partícipes del chemsex han relatado a ‘Apoyo positivo’, dan insomnio, mayor energía y más liberación para practicar sexo durante dos días seguidos. También, como particularidad, son drogas más baratas que las tradicionales. Mientras una dosis de cocaína oscila entre los 10 y 15 euros, una de mefedrona no llega a los cinco euros. “Además son muy fáciles de conseguir, ya que son de venta libre en internet, algunas de ellas vendidas de forma legal bajo otro uso distinto al del consumo humano, como sales de baño o como abono para plantas”.
"Metido en jaleo se consume de todo"
Raúl -nombre ficticio- conoce el mundo del chemsex. Es el protagonista de la última campaña de sensibilización y concienciación lanzada por la ONG que coordina Garrido. Según su relato, durante los encuentros “se consume un poco de sustancias de todo tipo, no es que la práctica esté relacionada con dos otras de ellas, sino que una vez metido en jaleo se consume de todo. Incluso viagra esnifada: popper, GHB, éxtasis, cocaína y sobre todo mefredona”. “Todo ello aumenta el placer sexual, en contraposición te quita la percepción del riesgo”, asegura.
Tal y como narra a cámara, el chemsex tiene que ver “mucho con el mundo de la noche” y con etapas de falta de autoestima: “A lo mejor no te encuentras en el mejor momento de tu vida; estás decaído, tienes problemas en casa, la autoestima por los suelos... pues tienes prácticas de riesgo sin protección. Estás yendo a zonas de cruising, a saunas, vas a bares de sexo y al final acabas citándote directamente en la casa de la gente”. “Antes salías de fiesta y ligabas en el lugar donde estuvieses y ahora sales con los deberes hechos”, sentencia.
Según explican desde la ONG, las nuevas tecnologías son otro factor característico de esta nueva forma de “gestionar las prácticas sexuales”: “Muchos de estos encuentros se organizan o se publicitan en app de contactos personales”. De hecho, según explica Garrido a EL ESPAÑOL, han detectado un lenguaje propio -una especie de cifrado- que se está desarrollando en aplicaciones como Grindr o Wapo. “En España no se habla directamente de chemsex, el reclamo es ‘sesión y vicio’, ‘sesión y colocón’ o ‘party and play’.
Además, tal y como informa el director de ‘Apoyo Positivo’, en los perfiles de redes sociales donde se organizan estas quedadas suelen aparecer emoticonos como una pastilla (💊💉) para hacer referencia a las drogas que se consumirán durante la sesión, flechas apuntando hacia arriba (🔝) si el participante es activo, apuntando hacia abajo (⬇) si es pasivo o incluso un cerdo (🐷) para prácticas sin protección.
Pero, ¿cuáles son las principales razones para participar en este tipo de práctica sexual? Según desgranan desde la ONG, “son similares a las del uso de otras drogas”. Estas son, desde sentirse sexualmente más liberado y la sensación de recuperar problemas de intimidad como la vergüenza o el pudor sexual al evadirse y querer recuperar problemas del pasado -incluido el abuso sexual-. También la soledad, la influencia del entorno, la búsqueda de pertenecer a un grupo o hacer frente al estigma relacionado con el VIH.
"Pillar el bicho"
Y es que como analiza Garrido, “muchas de las personas que participan en estas sesiones ya tienen el VIH”. También matiza que esta situación se puede dar, evidentemente, en cualquier otra situación cotidiana: “El colectivo LGTBI está mucho más sensibilizado que la población en general, se somete muchas más pruebas de detección o prevención que el resto. Los que participan con el virus son casos aislados”.
No obstante, si se continúa con el rastreo en internet o en aplicaciones sobre el chemsex, se pueden encontrar casos en los que jóvenes buscan “pillar el bicho”, en referencia al VIH. “Yo un tío de 24 años, delgado fibrado, buen cuerpo, definido, hetero en la calle, mazo morboso y zorra. Suelo ir a sitios de cruising y he terminado hasta el rabo de rayarme. Busco pillar el bicho de una puta vez para disfrutar del vicio al 100%”. “Sólo me dejaré embichar por todo lo alto”, sentencia el anuncio.
“Hay un problema con las nuevas generaciones porque no están bien concienciadas de los riesgos que suponen las prácticas no seguras. No ha recibido clases sobre salud sexual en condiciones debido a los recortes y llegan a pensar que como -antes o tarde- se van a infectar, ponen en riesgo su salud”, analiza.
Y el único riesgo de estas prácticas no son las enfermedades de transmisión sexual. Como recuerdo el protagonista de los vídeos, el resto de la semana (se suelen practicar los sábados y domingos), viene la ansiedad, la depresión o la frustración porque “quieres salir de esto pero cada vez estás más enganchado y te apetece más”. “No te encuentras bien, vas perdiendo relaciones con los amigos y con los familiares. “También te presentas a trabajar en condiciones que no son apropiadas”.