Los estudiantes españoles disponen de una amplia oferta de centros en nuestro territorio. El sistema universitario lo conforman, según los últimos datos del Ministerio de Educación, un total de 83 universidades -50 son de titularidad pública y 33 son privadas-. Estas últimas siguen creciendo en los últimos años, hasta el punto de que se crea de media un centro privado nuevo cada curso.
Así, España cuenta con 1,78 universidades por cada millón de habitantes, pero si se tiene en cuenta sólo la población en edad universitaria teórica -entre los 18 y 24 años-, el número se eleva hasta los 25,67 por cada millón de españoles. En Estados Unidos esta cifra es de 9,49, en Reino Unido de 2,5 y en Suiza de 5,04, tres países que sí logran copar las mejores posiciones del ranking.
Una abrumadora oferta que no sirve para que las 83 universidades españolas se coloquen entre las mejores del mundo. Ya ni tan siquiera entre los primeros cien puestos, un oasis difícil de alcanzar para el sistema español. En los dos rankings internacionales publicados en los últimos meses, el elaborado por el Center for World University Rankings (CWUR) y el de la consultora Quacquarelli Symonds (QS), sólo aparece una universidad española entre las 200 mejores del mundo: la de Barcelona.
El de QS coloca al centro catalán en la posición 160, subiendo seis escalones con respecto a la edición anterior. Un ascenso que no se repite con las demás universidades que aparecen en el listado, que experimentan considerables descensos, como es el caso de la Autónoma de Barcelona y Madrid y la Complutense. Pero, ¿por qué no sólo no aparecen las universidades españolas en puestos dignos, sino que además las que logran asomar están perdiendo fuelle?
La internacionalización, el talón de aquiles
Si se enumeran los aspectos que mide el ranking QS, que le da un gran valor a la reputación académica (40%), se pueden atisbar algunos de los males endémicos del sistema universitario español: el ratio de profesores por estudiante, las menciones publicadas a la universidad correspondiente, la empleabilidad y la cantidad de estudiantes y profesores internacionales. Unos indicadores que según la consultora autora de este ranking son mejorables. De ahí, los bajos puestos de las españolas.
El líder de la investigación de QS, Ben Sowter, considera que el sistema español flaquea en atraer a talento internacional. Esto es, existe una gran barrera que impide que los centros de nuestro país ofrezcan contratos atractivos: la financiación y el sistema de contratación de profesorado internacional.
Una de las las 83 españolas puesta en valor por Sowter es la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. El listado la considera como la mejor a nivel de investigación y eso es por la estrategia de fichajes alternativa a la línea que siguen los demás campus de España. Esta universidad catalana se encuentra entre las 300 mejores del mundo. De hecho, ha mejorado su posición en relación al curso anterior en 13 puestos.
“Si queremos que el sistema universitario español vaya a alguna parte, hay que premiar la excelencia. En Estados Unidos hay también universidades malísimas, pero se apuesta por las mejores”, explica a EL ESPAÑOL Carlos Delgado Kloos, vicerrector de estrategia y educación de la Universidad Carlos III de Madrid. “En España no se promueve la excelencia, no hay iniciativa”, añade Delgado.
Su universidad es otra de las pocas que no pierde fuelle. Todo lo contrario. Es la que experimenta la mayor subida en el ránking. Del lugar 314 al 280 en 12 meses. Entre los indicadores que mide QS, los que más han pesado para ascender en el ránking, tal y como informan desde la Carlos III, es la empleabilidad y la reputación académica: “A las empresas le gustan los titulados de nuestra Universidad y así lo habrán reflejado a los autores”.
La búsqueda de la excelencia
Otro de las “claves” por las que el sistema español no es puntero, a juicio de Delgado, es la falta de recursos económicos. Pero sobre todo, “cómo se reparten los fondos”. Por ello, alude al modelo de Francia o Alemania, donde se apuesta por los campus de excelencia, que reciben partidas monetarias extraordinarias por parte de los gobiernos para proyectar sus centros de manera internacional.
En la misma línea se muestra a este diario el vicerrector de Comunicación Institucional de la Universidad de Navarra, Juan Manuel Mora, para quien un mal “fundamental” es la falta de excelencia. Representa a otro de los campus, este privado, que ha logrado ascender en el ranking QS. En concreto 20 escalones. Y esto ha sido, principalmente, por la empleabilidad.
La Universidad de Navarra, según explica Mora, cuenta con una estrategia con una larga trayectoria basada en la búsqueda de empleo para sus titulados, así como programas de emprendimiento para aquellos estudiantes que opten por esta vía. “También nos ha hecho subir el ratio de profesor y alumno, los créditos aprobados sobre los matriculados”, analiza. Además, otro indicador positivo para este campus, es su capacidad para atraer a estudiantes extranjeros, “que no Erasmus, no los contabilizamos, porque es una población flotante”.
"¿Qué sentido tiene hacer lo mismo?"
Sobre por qué sólo es la Universidad de Barcelona la que se coloca entre las 200 mejores del mundo, Mora aclara que, en su opinión, es más una cuestión de especialización y de excelencia que de números: “¿Qué sentido tiene 83 universidades que hacen lo mismo?” “¿Cómo atraemos a un estudiante extranjero que quiere estudiar Biología si no tenemos mejor facultad para ello, pero sí varias decenas de calidad media”?, se pregunta el responsable de Comunicación Institucional.
“En Alemania y Francia se apoya a las mejores universidades, sean públicas o privadas, sean grandes o pequeñas y estén en una ciudad u otra. Es una política para hacerlas subir en los ranking y así atraer a profesores y estudiantes”. Algo que pasa, según su explicación, por invertir más para que los centros “puedan cambiar su estrategia”: “En España se reparte muy poquito entre muchos, pero no es tanto un problema de números, como de priorizar, que no todo el mundo puede sobresalir”.
Pese al panorama que ha dibujado este último ranking publicado, Mora afirma que “la media del sistema universitario español es buena”: “Hay facultades y departamentos extraordinarios para estudiar”. Por ello, pide que no se deje de atender a “la demanda nacional”. “Prefiero que España tenga 30 universidades entre las 500 mejores a nivel mundial que tres entre las 100 mejores”.
“Hay que seguir potenciando el nivel medio, invertir en Educación y luego contar con el puñado más excelente y darle un suplemento de ayuda. Es decir, conservar el concepto de igualdad y el de excelencia, uno no puede dañar al otro”, concluye.