El primer día que Sally Mekame, con 14 años, recibió en Gabón una clase de español comenzó a construir su futuro. Cuando el profesor comenzó a explicar la lección, ella empezó a enamorarse de la lengua y la cultura de un país que sólo conocía por un viejo mapa. Años más tarde, Sally llegó a la Universidad con una beca bajo el brazo y sin dudarlo escogió estudiar Filología Hispánica. Esa tarde se dio cuenta de que su futuro, que comenzaba a edificar en aquel momento, pasaba por la enseñanza.
Femi Mistourath Mama nació en Benín, un pequeño país del África occidental considerado uno de los más pobres del mundo, en el seno de una familia humilde de cuatro hermanos. Siendo aún una niña se mudó con su familia a Senegal en busca de prosperidad. Allí su madre es pescadera y su padre, carpintero. Femi tiene hoy 24 años y es titulada en Tecnología en Industrias Alimentarias y en Ingeniería de Concepción en Industrias Alimentarias por la Escuela Superior Politécnica de Dakar. Femi siempre fue una alumna brillante -como sus hermanos, los tres son universitarios becados desde el inicio de sus estudios- y está especializada en el campo de la biocélula alimentaria que ayuda a reducir los riesgos de intoxicación alimentaria.
Las vidas de Sally y Femi han cambiado por completo. Hace dos años que se fueron de sus casas para estudiar un máster en la Universidad de La Rioja. La Fundación Mujeres por África les dió el "mayor regalo" de sus vidas, aseguran a EL ESPAÑOL: la oportunidad de no quedarse sólo con el título universitario y poder seguir estudiando. Se trata de una beca que cubre el 100% de los gastos para que comiencen un máster y un doctorado. Ahora las dos van camino de ser doctoras, algo que, dicen, en África habría sido imposible.
Ser mujer en África
"Si las becas de la Fundación no fueran exclusivamente para mujeres, mis profesores de Gabón se la hubieran dado a un chico porque dicen que las mujeres se casan muy pronto y no merece la pena", cuenta Sally. Esta situación no es exclusiva de la entrevistada. Se trata de algo generalizado en un continente donde la mujer, aunque cada vez accede más a las aulas, sigue estando muy apartada de sectores profesionales fuera de la agricultura. De hecho, en 2014 el África subsahariana perdió 95.000 millones de dólares -algo así como el 6% de su PIB- debido a la desigualdad de género en el trabajo.
"¡Si educamos a una mujer estamos educando a un pueblo entero! Con mujeres educadas tendremos una sociedad más fuerte", dice Sally
Femi es muy positiva en este sentido, ya que cree que la situación mejora poco a poco. Sin embargo, afirma que la vida de una mujer es siempre distinta a de un hombre: "Sobre ellas recae el peso de la familia, pero también parte del peso de la economía. Son ellas las que van a los mercados, las que comercian y se encargan de mover el dinero a cotas básicas, son la base de la sociedad. Por eso es tan importante que la mujer consiga acceder a la educación a todos los niveles. Ya son el centro de la economía, si tuvieran estudios, prosperaríamos más rápido". Sally levanta la voz: "¡Si educamos a una mujer estamos educando a un pueblo entero! Con mujeres educadas tendremos una sociedad más fuerte".
"Tengo que devolver lo que sé"
Femi y a Sally explican que en África hacen falta como el comer los trabajos para los que ellas están estudiando: profesores de español -"los manuales escolares están descontextualizados"- y personas que investiguen posibles soluciones ante las intoxicaciones alimentarias.
Ambas tienen las ideas muy claras: España está muy bien para estudiar pero su lugar no está aquí -aunque no se han adaptado nada mal al ritmo de vida riojano-; es África donde quieren estar para "devolver" todo lo que han aprendido. "Mi objetivo es llevar allí todo lo que aquí me han dado, nunca pensé que podría venir a España a estudiar, ni siquiera pensé que podría hacer un doctorado. Me siento responsable de esta oportunidad y tiene que ser productiva para mí y para todo aquel con el que me cruce. Quiero ser profesora de Universidad y a través de la investigación conseguir que los niños de mi país estén más formados", explica Femi.
Sally comparte ese propósito. Su especialidad no está muy extendida en África pese a que cada año miles de personas mueren por intoxicaciones alimentarias, por lo que se "siente en la obligación" de llevar esos conocimientos a Senegal y Benin: "Nos hace falta". "Yo elegí mi formación por África porque hay que desarrollar el continente y creo firmemente en que la educación es el arma más potente para hacer una mejor nación".
Apoyar a la mujer africana desde Madrid
Hace cinco años que María Teresa Fernández de la Vega, jueza y exvicepresidenta del Gobierno con José Luis Rodríguez Zapatero, decidió que España tenía que jugar un papel fundamental en África. Durante el tiempo que estuvo en el Gobierno fue la responsable de las relaciones con ese continente y descubrió que allí -como en muchas partes del mundo- "los problemas se solucionaban con las mujeres". Encontró a líderes "con una capacidad, un discurso y una presencia impresionantes con los que quería seguir trabajando", cuentan desde la organización. Creó la Fundación y hoy están presentes en 27 países del continente.
Hay quien dice que África tiene nombre de mujer -las entrevistadas lo avalan-, por ello la Fundación quería apoyarlas a ellas como motor de cambio de una sociedad que cada día se abre más al mundo. Con la herramienta de la educación desarrollan diferentes programas, desde Los Huertos de las Mujeres en Gambia, Ghana Wins! donde decenas de mujeres trabajan con niñas en cuestiones de salud o educativas, pasando por Burkina Faso donde han conseguido que 400 niñas vayan a la escuela, el programa Ellas Investigan a través del cual científicas africanas senior realizan estancias en centros españoles de excelencia o Learn África del que Femi y Sally son partícipes y en el que colaboran varias universidades españolas.
El curso que viene ambas seguirán con su doctorado en la Universidad de La Rioja, y otras 20 mujeres africanas se repartirán por la geografía española para seguir formándose: "Se lo debemos a nuestros países, el continente nos necesita", dice Sally.