Se repiten los ataques a capillas con la misma pintada: "Son jóvenes con el discurso de la Guerra Civil"
En Madrid ha habido tres profanaciones en menos de un año, una cifra que inquieta a la Iglesia.
24 junio, 2017 03:42Noticias relacionadas
Fue una noche de niebla, la del cuatro de enero. La parroquia de Nuestra Señora de Nazaret, en Vallecas, es un barracón que se acuesta a un par de metros de la carretera. En los bancos más cercanos, "casualidad", se puede captar una red Wifi: "Diablo".
"Yo llegué a las ocho de la mañana, me encontré la pintada en la pared y a Jesús en la cruz manchado con spray". Lo cuenta Domingo, restaurador del templo, uno de los primeros en cerciorarse del ataque. Era víspera de Reyes. Las mismas letras, la misma amenaza, el mismo mensaje aparecido la mañana de este viernes en la capilla de la Universidad Autónoma de Madrid: "La única Iglesia que ilumina es la que arde".
"Son anarquistas, llevan usando esta frase muchísimo tiempo, desde la II República", relata Domingo a la salida de misa, a unos metros de la pared que en enero fue pintarrajeada. "Son jóvenes con el discurso de la Guerra Civil", apostilla un sacerdote de la parroquia.
En junio del año pasado, la iglesia universitaria sufrió un ataque similar, aunque aquella vez los agresores se colaron en el interior. Según ha informado la Policía, la noche de este jueves fue un artefacto incendiario lo que rompió la ventana, dañó el suelo y una talla de San José.
Tres profanaciones en apenas 365 días. Una escalada que inquieta a la Iglesia. Según ha sabido este periódico, a día de hoy la Conferencia Episcopal todavía no contabiliza estos ataques. El arzobispado madrileño cifra estos tres por medio de su archivo y en base a los comunicados emitidos.
Nuestra Señora de Nazaret es la génesis de este triángulo de profanaciones. "Todo estaba muy oscuro y lo aprovecharon. Si no llega a ser por la niebla, el portero de la casa de enfrente les hubiera visto".
Una alambrada de un par de metros rodea el templo. "No es muy difícil saltar". Quizá por aquello de acercarlo al barrio, el Cristo luce bajo un techo, pero fuera de la parroquia. De ahí que pudieran rociarlo de tinta negra sin forzar ninguna puerta.
Aquella mañana del 5 de enero, antes que Domingo, llegó un sacerdote que no quiere cámaras ni protagonismo. "Que nos persigan, seremos más visibles", dice afable, sin ganas de reto. "Tras restaurar los daños convocamos un acto al que asistieron casi 200 personas. Fue muy bonito", apunta.
Esta mañana ha visto la televisión, o quizá lo haya leído en los periódicos. La misma frase, otra vez: "La única Iglesia que ilumina es la que arde". ¿Le preocupa la coincidencia? "Habrá que estudiar si están organizados, claro".
"Perdónales porque no saben lo que hacen"
El clima predominantemente hostil que impera en las universidades públicas contra los lugares de culto instalados en su interior tiene que ver con "el rechazo a lo viejo". "Estamos en una era de cambio, creo que la gente joven muchas veces desprecia lo antiguo. Parece una obligación que todo sea nuevo".
Este párroco, tras una tarde de confesiones y eucaristía de ocho, relata: "Sí, supongo que son chavales... Quizá lo hayan hecho hasta por aburrimiento. Me quedo con eso que decía Jesús de 'perdónales porque no saben lo que hacen'".
En esa línea, el arzobispado madrileño ha emitido un comunicado que pide a los fieles "rezar" por los atacantes de la capilla de la Autónoma.
Ni rastro de los vándalos de la madrugada de enero, tampoco de los del pasado 15 de junio. De momento, sin pistas sobre los atacantes de hace dos días. "Creo que la Policía toma nota, investiga y pone medios para que no vuelva a ocurrir, pero es imposible cogerlos".
El párroco se despide tímido, con una sonrisa. Domingo, pantalón oscuro y camisa de cuadros azules y blancos, se queda al mando. Amo de llaves, restaurador, feligrés. Guarda las imágenes de la profanación en su teléfono móvil. Las nuestra una y otra vez, justo al lado del lugar donde estuvieron aquellas pintadas. "Veremos qué pasa, una pena... La verdad, un mensaje viejísimo, de los antiguos anarquistas". El mismo que ahora enarbolan los presuntos jóvenes atacantes de la capilla de la Universidad Autónoma.